Rosana, es del Congo, toca instrumentos de percusión desde que era niña. ¿Los ángeles tocan la percusión? ¿Por qué no? Simbólicamente lo hacen. El sonido de los tambores puede traducir los sentimientos de Rosana y de su cultura a través del ritmo, la danza, los rituales y la liturgia. Toca el tambor en las misas de su comunidad. Su corazón late con la belleza de la música, los colores, la danza, la vida cotidiana de su pueblo, y es una forma de agradecimiento a Dios.
Palunu, de Papúa Nueva Guinea, le encanta bailar. El ritmo de su danza abraza el movimiento de su pueblo. Bailar es celebrar la vida y la libertad. Danzando expresa sus sueños. La danza une y conmueve a los que participan. Danza para Dios. Danza por la libertad.
La flauta en manos de Diego, nacido en Perú, resuena como un ritual de dolor y esperanza para su pueblo. La música habla del derecho a la tierra, de la belleza de la naturaleza, de la alegría de las personas que celebran su fe junto a los niños, a los jóvenes y a los adultos.
Philip, de Canadá, siempre tiene una filmadora en la mano. Graba. Edita. Crea películas. Escribe guiones... un ángel guardián en los momentos de esperanza para sus amigos del barrio, para los pobres, para los débiles. Sus sueños reciben colores e imágenes. Sus voces se escuchan por doquier.
¡Violín! ¡Percusión! ¡Flauta! ¡Danza! ¡Imágenes!
¡Escucha! Los ángeles mensajeros cantan: "¡Gloria al Rey que recién ha nacido!"