Durante sus años en la arquidiócesis, antes como arzobispo coadjutor (2010-11) y después como titular (2011-2020), Mons. Panfilo la ha recorrido en largo y ancho, cruzando ríos, escalando montañas y navegando en aguas agitadas, para llegar a donde estaba su rebaño, también en las zonas más remotas de su territorio. Estuvo siempre en contacto con su pueblo para celebrar los sacramentos, escuchar sus exigencias, responder a sus sufrimientos espirituales y materiales, compartir con ellos las batallas.
Un tema muy querido por él fue el de la tierra. En su última carta pastoral invitó a todos a poner aparte los intereses personales y a pensar en el bien común, invitando a todos a dejar el mundo un poco mejor de como lo hemos recibido.
Contemporáneamente en su ministerio siempre tuvo como prioridad las vocaciones locales y el domingo 27 de septiembre, en un clima de conmoción general celebró como arzobispo de la ciudad de Rabaul su última ordenación, consagrando a tres sacerdotes y dos diáconos, animándolos a escuchar a su pueblo y a ser humildes, a tener una fuerte vida de oración y a ser siempre devotos de María.
Al día siguiente, durante la ceremonia oficial de saludo realizada en Vunapope, en Kokopo, el sacerdote salesiano recibió el homenaje emocionado de tantas personas que dieron su testimonio con palabras, lágrimas y no pocos regalos.
Al despedirse de su rebaño, Mons. Panfilo recordó que tomó su lema episcopal “Duc in altum” (vuela alto), como una “invitación a recordar el pasado con gratitud, a vivir el presente con entusiasmo y a mirar al futuro con confianza”. Y añadió que la “celebración del 50° aniversario de la erección en el 2016 de la arquidiócesis de Rabaul, fue un momento en el cual todos los laicos, los consagrados y el clero han podido evaluar nuestro fervor y encontrar nuevo entusiasmo para nuestras responsabilidades espirituales y pastorales”. Por ello ha animado a los fieles a buscar la propia santidad, a dar importancia a la oración, a la Eucaristía dominical y a escuchar el anuncio de la Palabra de Dios. Y concluyó su exhortación invitando a todos a poner en práctica el lema de la arquidiócesis: “Ut Unum Sint” (Para que seamos una sola cosa).
Mons. Panfilo es un salesiano misionero y obispo que siempre se mostró listo para servir al rebaño que le ha sido confiado. Ha servido como misionero en las Filipinas por 32 años, para después ir a Papua Nueva Guinea, donde reside desde hace 23 años, de los cuales 19 empeñados en el ministerio episcopal, primero en Alotau y después en la arquidiócesis de Rabaul.
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