Pocas horas después de haber concluido la celebración en honor a María Auxiliadora, el sábado 28 de mayo, que incluyó una multitudinaria procesión por las calles, se produjo un nuevo acto de violencia en contra del templo de la Gratitud Nacional de Santiago Centro.
Desconocidos lanzaron bombas incendiarias a las puertas principales e hicieron estallar una bomba, acciones que no lograron generar mayores daños. La oportuna acción de los Policías generó la huida de los responsables.
El templo de la Gratitud Nacional es sede de la parroquia María Auxiliadora, monumento nacional, lugar de reflexión y oración para cientos de personas. Los ataques que ha sufrido han debido asumirse dentro del proceso de restauración que el edificio ha vivido los últimos años, tras los severos daños producidos por el terremoto de febrero de 2010.
La prensa nacional ha hecho eco de lo sucedido el sábado pasado utilizando datos y fotografías de los daños del último gran atentando, ocurrido en esta misma fecha del año pasado.
El tipo de violencia de la que hemos sido testigos, atenta contra uno de los derechos humanos más sensibles, como es la libertad de culto. En una bella carta Mons. Vargas, haciendo eco de las palabras del recordado Cardenal Silva manifestó: “Chile tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento”, pero sin embargo “ninguna acción de violencia evitará que la Iglesia, siga su misión evangelizador”.