En la iglesia de San Juan Bosco en Mirafiori, detrás del altar, contra la pared del fondo, se encuentra el imponente grupo escultórico de mármol, con la escultura de Don Bosco. En un principio, en este lugar, se encontraba un cuadro del santo de los jóvenes, pero el senador Agnelli lo veía demasiado pequeño comparándolo con su grandeza, por eso contactó con el escultor Edoardo Rubino (autor de la estatua del Faro della Maddalena, en la colina turinesa) para encargarle una obra monumental que el santo se merecía.
La obra está formada por un grupo que contiene: en el centro la gran imagen de Don Bosco, sostenido por algunos ángeles; a su espalda, en ligero relieve, la efigie de María Auxiliadora con Jesús niño, y tres ángeles; a izquierda y derecha de la escultura hay una serie de bloques que representan, desde enseñanzas escolares, pasando por los oficios y llegando hasta los misioneros que llevaron el Evangelio a las tierras más lejanas; en la parte superior del conjunto hay ángeles que sostienen la cruz.
Antes del Concilio Vaticano II, el altar estaba integrado en el monumento, y el frontal del altar representaba el sueño de los nueve años; la lectura simbólica del monumento partía de ahí. A partir del sueño de los nueve años,D.Bosco madura su misión educativa, y a través de su experiencia de vida, regala a los chavales un futuro de esperanza como buenos cristianos y como honrados ciudadanos.
En los años 70, con la realización del nuevo altar y la aplicación de las nuevas normas litúrgicas, aquel fragmento de la obra, el frontal, fue trasladado al exterior de la iglesia – expuesto a la intemperie – quizá como recuerdo votivo; como se hacía en aquel momento, recordando la II Guerra Mundial en la zona del oratorio, que fue reconstruida después del fuerte bombardeo del año 1944.
La decisión de reunir de nuevo los elementos de la obra principal fue tomada por el Consejo Pastoral del año 2016, al principio de los trabajos de restauración de la totalidad de la iglesia parroquial, con el fin de preservar uno de los monumentos más bellos dedicados a Don Bosco, y hasta ahora poco conocido, entre otras cosas, porque estaba incompleto.
Los trabajos, que ya estaban muy avanzados, se deberían haber concluido en Pascua, pero la pandemia del coronavirus los retrasó. En estas semanas, comenzada la llamada ‘Fase 2’, se reanudaron los trabajos y ha sido posible terminar la obra. Ayer se celebró la primera Eucaristía en el altar restaurado, y se rezó por el fin de la pandemia.
“Hoy más que nunca, tenemos necesidad de comenzar de nuevo… desde los orígenes de nuestro carisma – afirma el párroco, Don Gianmarco Pernice -. El domingo 24 de mayo, fiesta de María Auxiliadora, con el número limitado de fieles, será ocasión para renovar aquel 'sí' a Aquella que ha 'lo ha hecho todo'”.
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