Esta iniciativa reunió a varios voluntarios: feligreses, scouts, miembros de la Familia Salesiana, y otros voluntarios de organizaciones políticas. En el punto de recogida, la gente empezó llevaba material de costura para las máscaras y equipos de protección preparados, mientras que 70 voluntarios cosían las mascarillas en casa. Para averiguar dónde se necesitaba el equipo, Ilona se comprometió a llamar a los centros de atención de salud, mientras que otros voluntarios hacían la entrega.
“Me di cuenta de que las personas que corrían más riesgo necesitaban ayuda y que ni el estado ni el municipio tenían la suficiente flexibilidad o capacidad para darla. Sabía a quién podía acudir si lo necesitaba y como la parroquia de Kobylisy es grande, también tenía suficiente gente dispuesta a ayudarme. Mi intención era ayudar rápidamente, porque cuando se ayuda rápidamente, se ayuda más”; explica Ilona Tůmová.
Su participación en el proyecto “Mascarillas cosidas No. 8” tiene un doble valor, civil y religioso, como ciudadano honesto y como buen cristiano, podríamos decir. “Me dio una fuerte sensación de que la sociedad civil existe y funciona y que estoy rodeado de gente buena y fuerte. Cuando hay problemas, la gente se reúne. La solidaridad le da una gran carga y la tarea de nosotros los cristianos es ser la sal de la tierra. Esto confirma mi convicción de que no debemos temer lo que vendrá, porque la gente puede ser realmente grande. Y nuestra parroquia salesiana es el centro natural de nuestro barrio”, concluye Ilona.
Una de las voluntarias que cose las mascarillas de la casa es Lucie, la hija de Ilona, una trabajadora social que actualmente en casa por maternidad: “Sentí que tenía que ayudar, y coser era una de las maneras en que podía ayudar a combatir la amenaza del Covid-19”, expresa. Nos apoyamos mutuamente en la costura. Los médicos y enfermeras estaban increíblemente agradecidos y recibimos un gran apoyo de los ciudadanos también. Nuestra principal fuerza motriz fue la solidaridad y la ayuda mutua".