Don Bosco, en su contexto supo responder a las necesidades. Vivió e inculcó una espiritualidad vivida en la vida cotidiana, marcada por un clima de amistad, cordialidad, familiaridad y mucho amor; y así formó jóvenes cristianos, ciudadanos convencidos, entre los que se encontraban los “primeros salesianos” que darían origen al gran y “hermoso árbol” de su Familia Salesiana. Como escribe el Rector Mayor: “La Familia Salesiana es un árbol que hoy tiene miles de amigos y benefactores gracias a los cuales podemos hacer mucho bien”. Un árbol que tiene como ramas a miles y miles de laicos que comparten el carisma de Don Bosco y que trabajan cotidianamente en las obras de la Familia Salesiana en todo el mundo.
La población juvenil en el mundo es numerosa y nunca ha sido tan pobre y necesitada como hoy, tanto en número como en condiciones de vida, dice el P. Ángel. Es necesario atender sus situaciones reales como la falta de oportunidades, la formación y la inserción en el mundo laboral, entre otras.
¿Por qué percibimos tanto sufrimiento y no nos damos cuenta de ello? ¿Por qué vemos crecer tantas formas de violencia, agresión y destrucción y no hacemos nada para buscar la fraternidad? Los jóvenes de hoy buscan lo efímero, las apariencias, la felicidad individualista y consumista. Y para formar al buen cristiano y al ciudadano honesto es necesario que el joven abandone el egocentrismo y situar su proyecto de vida “en el centro de sus elecciones”.
Una actitud fundamental del educador es saber escuchar. Hoy en día todo el mundo quiere hablar, escribir o decir "lo que piensan, sienten, saben, creen". Y faltan personas que escuchen. En las Memorias Biográficas vemos a Don Bosco que se pone en manos de su director, el sonriente y afable Padre Cafasso, y lo escucha atentamente para discernir el camino vocacional a seguir.
En el binomio “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, tenemos un proyecto evangelizador y educativo para programar las actividades educativo-pastorales. En palabras del Padre Agnaldo Soares, “si crees en el poder del bien y del amor, no te detengas ni te rindas nunca. Sigue sembrando pequeños gestos de bondad, que siempre marcarán la diferencia e irradiarán felicidad y esperanza en muchas vidas”.