Los siete días pasados en el mar Mediterráneo fueron muy duros: una experiencia terrible, y un miedo a que faltase la comida y el agua.
Llegamos a Sicilia, donde pasamos cuatro meses en un centro junto con otros 100 menores, sin poder ir a la escuela y sin documentos. Gracias al dinero enviado por algunos familiares, se escapó y llegó a Turín. Su deseo era trabajar, pero al ser más joven no podía, y él quería tener oportunidades diferentes a las ocupaciones de sus propios familiares, que se utiliza en pizzerías, la venta de kebabs o como albañiles.
Se acercó, después de un año a la oficina para los menores extranjeros, y fue confiado a una comunidad fuera de Turín, donde se le negó la oportunidad de ir a la escuela y aprender el italiano.
Después de un mes se fue con sus familiares, donde finalmente se encontró con los Salesianos. Fue acogido en el oratorio San Luis y encontró una comunidad abierta donde poder vivir con otros muchachos de diferentes orígenes y religiones. Se le ha enseñado el italiano y, después de la escuela secundaria, siguió un curso profesional de soldadora y luego realizó una práctica en una empresa.
Los salesianos no lo han dejado solo aun cumplido la mayoría de edad. Actualmente se ocupa de los menores egipcios de San Luis, tratando de ser un hermano mayor para ellos. “Incluso yo era como ellos y los puedo entender, por ello deseo ayudarlos”, manifestó con una sonrisa. Busca trabajo, con la esperanza de aprovechar los conocimientos adquiridos y permanecer en Italia.
Esta es la historia de Ahmed, que después de un largo período de oscuridad encontró esperanza gracias a los Salesianos y actualmente se encuentra al servicio ayudando a otros jóvenes egipcios para proyectar su propio futuro.
Fonte: DonBosco.it