Según la historia que la mayoría conocemos, Don Bosco se disponía a celebrar la Misa de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en la iglesia de San Francisco de Asís. Hacía sólo cuatro meses que había sido ordenado sacerdote y seguía buscando la manera de realizar el sueño que había tenido de niño: un sueño que le acompañaría durante toda su vida, un sueño que guiaría su concepción del cuidado y la educación de los jóvenes en un ambiente de diversión.
Hace 182 años, cuando la formación de un grupo de jóvenes para dedicarse a su cuidado era todavía sólo una esperanza, sucedió que Don Bosco oyó un gran ruido procedente de la iglesia principal de la que estaba encargado: ¡descubrió al sacristán persiguiendo a un chico por todo el edificio con una escoba! Aunque nunca lo había visto antes, se dio cuenta de que el joven en apuros necesitaba apoyo y ánimo. El chico no estaba allí para ir a misa, sino para refugiarse del frío invierno turinés (¡al menos la iglesia era cálida!). El sacristán, piadoso y un poco demasiado rigorista, no pudo superarlo: había que castigar al chico. "¿Así se trata a un buen amigo mío?", preguntó Don Bosco al sacristán avergonzado en presencia del niño desconcertado. Algunos eminentes historiadores salesianos identifican en este suceso la formación de un paradigma que identifica a todos los jóvenes a los que nuestro fundador pretendía llegar en aquellos primeros tiempos; el chico, 'Bartolomeo Garelli', se presenta como un 'modelo' de estos jóvenes.
El planteamiento de Don Bosco es fundamental. El encuentro de Bartolomé con Don Bosco refleja una realidad que debe ser imitada y convertirse en ejemplo. Don Bosco toma la iniciativa, no le importa que este joven no esté allí para servir misa o cantar en el coro. Don Bosco es capaz de ofrecer acogida y hospitalidad. Durante la conversación, Don Bosco descubre que Bartolomé estaba angustiado por su condición: no tenía hogar, era pobre, no tenía comida ni ropa adecuada y no recibía una educación regular. La sociedad no estaba de parte de este niño: en las calles de Turín compartía una existencia de penuria con miles de personas en las mismas condiciones. Don Bosco nunca vio los aspectos negativos en Bartolomé, sino que fue en busca del talento profundamente oculto que tenía Bartolomé y optó por centrarse en él y aprovecharlo al máximo. Al destacar los aspectos positivos, Bartolomé pudo darse cuenta rápidamente de que su vida no era un fracaso.
En este sencillo encuentro, en un día tan importante hace 182 años, Don Bosco mostró su disposición a compartir su sabiduría y a escuchar el sueño del joven. Desgraciadamente, el sacristán enfadado mostró una actitud que tantos muestran en el mundo de hoy: si no puedes conseguir lo que quieres, entonces te vuelves prepotente, gritas y fácilmente pasas a actitudes violentas. Don Bosco comenzó su misión aquel día con una sencilla oración que compartió con Bartolomé: aquel "Ave María" se rezó entonces, por ahora y para siempre, por los millones de jóvenes que seguirían siendo AMIGOS de Don Bosco en todo el mundo y a lo largo del tiempo.
Don Bosco utilizó el modelo de "acompañamiento" Jesús que se infiere claramente en el relato de la resurrección del "Camino de Emaús". En el camino de Emaús, los discípulos están tan afligidos que no reconocen al Señor resucitado; impávido, Jesús aprovecha para ayudarles a comprender lo que significan la muerte y la nueva vida para Él y para la naciente comunidad cristiana. Caminando juntos, los discípulos invitan a Jesús a la mesa de su casa. Don Bosco reconoció en este encuentro amistoso su propio modelo de encuentro con los jóvenes no escolarizados y espiritualmente analfabetos con los que estaba llamado a trabajar.
Don Bosco escuchaba a los jóvenes para identificar sus sueños y aspiraciones para el futuro, y trabajaba para asegurar que fueran seguidos, cuidados y animados a alcanzar el potencial positivo que Dios les había dado. Este es el modelo que nos ofrece Don Bosco. Todos nuestros esfuerzos por acompañar, educar y potenciar a los jóvenes se caracterizan por esta actitud de acogida, escucha abierta y comprensión, que debe aceptar al joven sin prejuicios. La identidad del Oratorio Salesiano y su misión está en las palabras de Don Bosco: "Que los jóvenes sepan que son amados". En este cumpleaños del Oratorio debemos comunicar a los jóvenes que les escuchamos y que confiamos en ellos.