Del análisis realizado por Don Giuseppe Soldà para su libro "Don Bosco en la fotografía del siglo XIX (1861-1888), surgió una imagen de Don Bosco humilde, sencilla, iluminada por una sonrisa y una mirada cariñosa. Incluso las fotos que se publican en los primeros medios de difusión son aquellas en las que Don Bosco presenta estas características de amabilidad y dulzura.

La imagen que más se difundió inicialmente fue la foto con el retoque que Giuseppe Rollini, pintor y exalumno del Oratorio Don Bosco, operó sobre las fotografías de Luzzati. Es una foto perteneciente a una serie de las tomas tomadas en 1886, mientras Don Bosco realiza un viaje para llegar a las casas salesianas en España. De camino, se detuvo, como solía hacer, en otra casa salesiana, la de Sampierdarena, en Génova, para animar a los salesianos y reencontrarse con amigos y simpatizantes de su obra.

El 16 de marzo de ese año, estando Don Bosco en Sampierdarena y a punto de partir para Varazze, llegó a su encuentro el marqués Spinola, acompañado de un fotógrafo. Para complacerlo, Don Bosco acepta, aunque ya se iba. Si bien con prisa, mientras el maquinista del tren por devoción a Don Bosco, retrasaba la salida, el Sr. Angelo Ferretto, operador de la fábrica Gustavo Luzzati en Génova, realizó tres fotos, obteniendo algunas de las fotos más bellas de Don Bosco.

Posteriormente, como se mencionó, Rollini realizó tanto un retrato a partir de las fotos, como un retoque de la tercera pose tomada en Sampiedarena, aquella en la que Don Bosco con las manos juntas mira a la cámara. Y como la copia retocada salió muy bien, fue reproducida y distribuida por el propio Luzzati.

En esta versión el retoque había embellecido aún más el plano, haciéndolo más artístico: se suavizaron las arrugas, se retocaron los ojos, se suavizó la sonrisa, se afinó el rostro, se añadieron al sillón dos apoyabrazos picados para darle más majestuosidad, y el pliegues del vestido. Por lo tanto, la foto era extremadamente similar y al mismo tiempo, respondía completamente a las expectativas de la gente. Tuvo considerable popularidad y difusión y durante cierto tiempo siguió siendo la imagen oficial.

Luego, hace aproximadamente cien años atrás, en los años 20 del siglo XX, cuando se acercaba la beatificación de Don Bosco, surgió la necesidad de representar también icónicamente la santidad, prefiriendo planos en los que Don Bosco aparece más imponente y carismático. Así fue como se hizo popular una foto de las que aparecían entre las obras de Michele Schemboche, pintora de origen polaco y discípula de Nadar. La foto en cuestión fue tomada precisamente en Turín, en 1880, y en ocasiones también se la conoce con el nombre de "Don Bosco en un sillón", aunque su versión más famosa muestra entonces un corte de medio cuerpo, y muchas veces también enmarcado en un óvalo.

La foto transmite plenamente ese gusto y cultura que la sociedad requería para la época: un Don Bosco más hierático y solemne, y con algunos retoques se convirtió en la imagen oficial de la beatificación y luego de la canonización de Don Bosco, a la que el pintor Angelo Enrie se inspiró.

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