Mons. Ernesto Coppo nació el 6 de febrero de 1870, hace poco más de 150 años, en el pueblo Stevani de Rosignano. Comenzó sus estudios en la casa que Don Bosco había abierto en Borgo San Martino. Entre los compañeros de Ernesto se encontraba el joven Pietro Ricaldone, de Mirabello. Aquí ambos conocieron a Don Bosco: un encuentro que marcará su vida. Coppo concluyó su formación en el seminario de Casale y el 7 de agosto de 1892 fue ordenado sacerdote.
Al año siguiente entró en el noviciado salesiano de Foglizzo y el 4 de octubre de 1894 hizo su profesión perpetua en manos del beato Don Rua. En 1898, al frente de un grupo de sacerdotes salesianos llegó a Nueva York, para realizar un apostolado exigente y valiente al servicio de los migrantes que llegaban allí -muy pobres e innumerables- en busca de un futuro mejor. “Veinte años de misión absorbieron todas las fuerzas de Don Coppo al servicio de los emigrantes y de su juventud, tanto desde el punto de vista religioso, social y civil”, recordaba años después el mismo Don Ricaldone. A Nueva York, le siguieron otras ciudades de Estados Unidos, en donde el padre Coppo inició la acción pastoral salesiana.
Este ímpetu de fe y servicio hacia el prójimo más necesitados lo llevó en 1923 a Australia, en el Vicariato Apostólico de Kimberley. Consagrado obispo en Turín, partió hacia Kimberley, donde estuvo entre los nativos del lugar. Fueron años de intensa labor pastoral: llegó a los pueblos, conoció familias, dio impulso a las exigencias humanas del trabajo, a la formación, al desarrollo, y al Evangelio. La experiencia organizativa y pastoral aprendida en Estados Unidos se puso a disposición de su pueblo australiano.
De vuelta en Italia, se convirtió en un formidable animador para las Misiones. Don Ricaldone, su antiguo compañero, que llegó a ser Rector Mayor, lo recordaba así: “Mons. Coppo aspiraba declararse como un viejo Obispo misionero y con insistente celo invita a sus oyentes a reflexionar sobre las necesidades de la Iglesia en las misiones más remotas”.
Hasta el último momento vivió el magisterio sacerdotal, cesando su existencia terrena en Ivrea, el 28 de diciembre de 1948, a la edad de 78 años.
El lugar de nacimiento, donde el obispo Coppo regresó muchas veces, conmemoró en el 2020, el 150 aniversario de su nacimiento, celebrándolo como un ejemplo de compromiso misionero y pasión evangelizadora de enorme relevancia: por el trabajo inteligente entre los migrantes en América, por el apoyo y promoción de los pueblos indígenas, por la caridad paciente y acogedora hacia todos los que conoció también en Italia.