Todo es cuestión de perspectiva

El cambio de perspectiva marcó mi estadía en este lugar. Cuando me parece que es difícil vivir con mis pequeños problemas, observo al pobre que mendiga unos pocos centavos. O si me molesta la falta de agua o la ausencia de electricidad (prácticamente solo funciona el 50% del tiempo), camino y veo todas las casas que ni siquiera tienen conexiones de agua ni electricidad. Y cuando tienes en tus brazos a un niño abandonado de la calle, y que tal vez no tiene mucho con que vivir: ¿cómo puedes mirar al mundo de la misma manera?

La cultura está profundamente arraigada más de lo que pensamos

Nunca me di cuenta de lo mucho que la cultura afecta a cada parte de nuestras vidas. Aquí tuve que volver a aprender sobre la forma en que me relaciono con los demás. Por ejemplo, aquí la forma en que te vistes le dice a la gente lo que piensas de ellos. No es solo lo que te apetece ponerte por la mañana. Es imposible transmitir plenamente la riqueza y la belleza de la cultura congoleña, pero mi forma de ver las cosas han cambiado. Poner a la familia en primer lugar y ser totalmente abierto y amable con los extraños, son solo algunas de las hermosas facetas de esta cultura.

La gente es amable

Por cada problema que tenía con algunas personas, he tenido encuentros maravillosos con gente amable, que me ha “pagaba” por el simple hecho de ser voluntario, aunque fueran pobres. Me han invitaba a sus casas, me han pedido que me hiciera una foto con ellos o con sus hijos... Un domingo, un joven padre de familia de la parroquia que apenas lo había conocido me presentó a su mujer y a su hijo recién nacido y me dijo: ¡Si fuera un varoncito, lo habría llamado como tú!

Amo el Congo

Rara vez he sido más feliz de lo que soy cada día, y sin disminuir la emoción de volver a ver a mi familia y a mis amigos en Estados Unidos. Me siento realmente triste de irme. Ya estoy planeando mi regreso. Estos días fueron un tiempo de felicidad incalculable, un mundo nuevo en el que estaba inmerso, lleno de belleza.

¡Asombroso! ¡cómo 365 días pueden cambiar todo! 

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