¿Cuándo descubriste tu vocación?
A los 18 años. Hubo al menos dos elementos que me indicaron "el camino". La primera fue la educación emocional y "política" que recibí de mi familia. En casa, los gestos de solidaridad, dentro y fuera de la experiencia eclesial, fueron frecuentes, especialmente por parte de mi padre, que provenía del mundo del partido comunista y sindical.
El segundo fue cuando el párroco de los salesianos me despidió del oratorio, porque en lugar del Evangelio leí "Rinascita", la revista del partido comunista, y porque con amigos crucé la red que separaba la zona del oratorio masculina y femenina. Le dije: "Sólo acépteme que quiero ser sacerdote". Al regresar a casa, pensé en esas palabras y me di cuenta de que había elementos para reflexionar sobre esa hipótesis.
¿Por qué los salesianos?
Me fascinaba su forma de vida, fundamentalmente educativa, y compartía su estilo alegre. Nuestra vocación exige estar íntimamente unidos con el mundo y su historia, y estar abiertos a las culturas de los países en los que trabajamos. Nuestra acción debe dirigirse sobre todo hacia los "jóvenes pobres, abandonados y peligrosos" y hacia los entornos populares que más necesitan ser amados y evangelizados.
¿Qué papeles tienes para la diócesis de Nápoles?
Coordino los sectores que conciernen a la organización benéfica de la Iglesia de Nápoles: cuidado pastoral en la prisión, cuidado la pastoral de la salud, inmigrantes, Caritas y la "Casa de Tonia", que acoge a madres solteras y apoya el nacimiento y el crecimiento de sus hijos. Cada uno de estos sectores es apoyado por amigos que son sacerdotes de gran calidad.
¿Cómo llegaste a la Fundación Polis?
La Providencia me presentó primero a Rita Borsellino (hermana del juez Paolo Borsellino, asesinado por la mafia) y luego a Don Ciotti (un sacerdote activo en la educación de jóvenes para la lucha contra las mafias). Don Ciotti tuvo la intuición de comenzar una asociación con la mafia y fundó Libera. Durante 15 años fui su referente en Campania. Polis extrae sus orígenes de esta cultura asociativa. Tiene su propia misión y también tiene en cuenta a las víctimas de delitos comunes.