Ecuador – Cambió las matemáticas por la pasión a los jóvenes para estudiar psicología: El “licen”

(ANS – Quito) – Tras desempeñarse durante nueve meses como voluntario misionero en el Proyecto Salesiano “Chicos de la Calle”, Gonzalo Peralta (26) regresó a su país natal, Chile, con una decisión tomada: no seguir el posgrado en matemática que tenía pensado, sino cursar un magister en psicología con intervención en jóvenes. Un plan que se materializó a partir de la experiencia vivida con los niños, niñas y jóvenes de la Unidad Educativa San Patricio (UESPA) y del Centro de Acogida “Mi Caleta”, ubicados en Quito.

Por: Cristian Calderón

El “licen” o “chileno”, como lo llamaban cariñosamente a Gonzalo, desempeñó varias responsabilidades en estas obras: fue profesor de Religión y Matemática, Coordinador de la Pastoral de la Comunidad Don Rúa, y animador del Oratorio de fin de semana. En cada una de ellas aplicó una frase que guiaba su accionar: “la vida de ustedes (jóvenes) es el más precioso bien”.

El nuevo reto lo llena de felicidad pues está convencido que esta formación le permitirá contribuir al desarrollo de los jóvenes, tanto con los que trabaja en el Centro Educativo Salesianos Talca, como con aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad y cuya realidad conoció de cerca en Ecuador.

La experiencia en “Mi Caleta”

“El abandono de los papás que sufren los chicos de ‘Mi Caleta’ marcó mi experiencia porque uno no cree que exista una realidad tan dura”, recuerda Gonzalo quien asumió, como lo hizo Don Bosco en su momento, el papel de papá, mamá y abuelo para un promedio de 12 beneficiarios de esta obra.

Uno de los momentos que más recuerda es el compartir de los alimentos en la noche, pues, al finalizar la oración, cada uno de los jóvenes le contaba todo lo hecho durante el día, igual como un hijo lo hace con su padre. En estas conversaciones “ellos sabían que se equivocaban, pero tenían la certeza de que en algún momento iba a dejar de hacerlo. Entonces esa era la motivación más grande que tenían y despertaban en mí mucha admiración”. 

La historia que más le impactó fue la de un chico de 12 años que fue víctima de violencia física, psicológica y sexual; su madre es consumidora de drogas y su padre falleció por la misma razón. Pero él nunca se rindió y gracias a la acogida brindada por el Proyecto Salesiano y el trabajo de voluntarios como Gonzalo, sigue estudiando y actualmente está cursando el sexto año de Educación General Básica (EGB).

UESPA: una obra que tocó su corazón

Su trabajo en la UESPA constituyó todo un desafío, pues tenía que impartir clases para 90 estudiantes de diferentes edades y niveles de educación; sin embargo, la convivencia diaria le permitió conocer de primera mano las adversidades que enfrentan y que, a pesar de todo, tienen la suficiente valentía y fortaleza para enfrentar al mundo con una sonrisa.

Siguiendo el ejemplo del santo de la juventud, Gonzalo siempre estuvo dispuesto a escucharles y aconsejarles de manera personal, es por ello que se dio el trabajo de saber su nombre y la historia de los 90 alumnos, y conocer donde vivían la mitad de ellos, comprendiendo que lo más importante es brindarles cariño, amor y compañía.

Las enseñanzas que deja el voluntariado

“Una de las cosas que me llevo en el corazón es que un balón es suficiente para que se entretengan toda la tarde. Ellos me decían: ‘licen con la pelota nos olvidamos de todas las penas’, cuenta Gonzalo mientras se dibuja una sonrisa en su rostro por los momentos que pasó en esas tardes de fútbol.

También aprendió de los niños, niñas y adolescentes lo valioso de disfrutar la vida con las personas que amas y que no hay que esconder las emociones, sino dar un abrazo sincero a los demás.

Antes de llegar a Ecuador, Gonzalo sabía poco de la figura de Don Rúa y ahora se declara un admirador del primer sucesor de Don Bosco. Destaca su sencillez, su humildad, su templanza y el gran trabajo que realizó este sacerdote por los muchachos, lo cual intentará imitar en cada obra donde lo llamen.

Sus retos para el futuro

Gonzalo tiene claro que regresar a su país no constituye el fin del voluntariado o de la vida misionera, pues ahora su propósito es aportar con el conocimiento adquirido a la labor del Equipo de Animación Misionera de la Inspectoría de Chile y contribuir en la implementación a futuro del proyecto del voluntariado a nivel nacional e internacional. Igualmente, espera poner la experiencia adquirida en la obra “Mi Caleta”, al servicio de la Fundación Don Bosco que trabaja con chicos en situación de vulnerabilidad en la ciudad de Santiago.

Uno de sus sueños es materializar su testimonio en un libro y animar a los jóvenes para que se animen a realizar esta experiencia. “Muchas veces nos quedamos sentados en un sofá viendo televisión, como dice el Papa Francisco, y eso no hace un cambio en el mundo. Los jóvenes estamos llamados a continuar la labor que sonó Don Bosco (…) Hay que dejar escapar el miedo y vivir la experiencia”.

Cristian Calderón

OSC

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