“Uno de nuestros deberes misioneros es defender la identidad de un pueblo - explica el Hermano Bordignon -. Creo que es más difícil hoy en día, porque la interferencia de la sociedad occidental en las culturas indígenas es muy fuerte. Es el lado negativo del progreso - continúa -. Por un lado, una máquina fotográfica o una cámara de video son las herramientas valiosas para preservar la cultura, pero por otro lado, los teléfonos celulares, la radio y la televisión invaden todo y se hacen una cultura dominante”
Desde el momento que llegó el hermano Bordignon a Mato Grosso, la actividad en la que estuvo más involucrado fue la creación de una escuela diferenciada en Meruri, “que debía hacer conocer la cultura nacional sin perder la rica cultura de los Bororos. Poco a poco hemos creado una escuela intercultural bilingüe que involucra a los ancianos. La escuela está en manos de los Bororos: los maestros han sido formados, muchos de ellos han realizado estudios universitarios”, explica el salesiano con mucho orgullo.
Otros asuntos críticos son el apoyo económico de los nativos y el respeto por sus derechos. “El consumismo también ha llegado a estos lugres: los Bororos han experimentado una repentina transición de la economía tradicional a la occidental, luchan por comprender y asimilar los mecanismos de una cultura diferente a la de ellos. Es fácil comprar, pero no logran comprender el proceso de producción y a menudo se pierden”.
Los Salesianos acompañan a los Bororos en la demarcación de sus tierras. “Ya se habían creado reservas oficiales reconocidas, pero los ‘fazendeiros’, los ricos terratenientes, han ocupado los territorios. Los Bororos tienen que recuperar sus tierras, las únicas con un poco de vegetación en Brasil, y por esta razón son importantes para toda la nación”.
Después de más de treinta años en la misión, el Salesiano puede decir: “Los Bororos me han enseñado mucho. Participar en un funeral Bororo me ha impresionado: todo lo que pertenecía al difunto se quema. Escandalizado sobre esta situación les pregunté por qué y me respondieron: Lo que vale una persona no son sus cosas sino lo que tiene adentro, su moral, su cultura, su conocimiento. Estuve en silencio y aprendí algo más”.
Fuente: Missioni Don Bosco