El Padre di Mauro señala su biografía vinculándola a los grandes acontecimientos de la historia. Nació el 18 de mayo de 1918, durante la Gran Guerra Mundial, en Militello. De niño fue inscrito para el grupo de los jóvenes fascistas. En la crisis del '29 fue obligado a suspender sus estudios, que se reanudaron solo gracias a un hermano policía, que lo llevó al Instituto Salesiano de Pedara. Enseñó en Marsala, donde, durante la Segunda Guerra Mundial, fue salvado accidentalmente de un bombardeo.
En Salette, llegó el año 1947. Con los demás salesianos fundó el oratorio y la banda. Se ocupó de los más pobres entre los pobres. “Alimentábamos – comenta – a unos ochocientos niños. Se cocinaba en una olla y se removía con un bastón”.
Todos los mafiosos del distrito lo han conocido y se ganó el respeto de todos. “Una vez que un hombre me amenazó – nos narra – si no fuera por ese signo blanco en su camisa... – me increpó – pero, yo me lo quité inmediatamente y respondí: 'disponible...’".
El P. Rodolfo acudió y asistió a muchas personas. A veces ha prevalecido la lógica distorsionada del crimen, pero en la mayoría de los casos prevalecieron las enseñanzas de Don Bosco. Tiene muchos exalumnos: profesores universitarios, médicos, ingenieros, actores, como es el caso de Salvador Caliò, Presidente de la Unión de Exalumnos, que se ocupa de la asistencia social y que estableció el premio “Barrio vivo” que se prepara para celebrar los cien años del P. Rodolfo.
En el umbral de 100 años, el P. di Mauro solo puede ser agradecido a Dios. “Tengo que agradecer a Dios por lo que he hecho. He cambiado de las lámparas de queroseno al petróleo y ahora a la era digital. Cada día que pasa es un día más”. Y concluye: “He dado y he recibido mucho en Salette, y sobre todo he aprendido a no tener miedo a nada, ni siquiera a la muerte”.
Fuente: La Sicilia