Don Baracco dice de sí mismo y de su misión: "Vivo diariamente con jóvenes y apoyo a los niños más pobres y abandonados, como lo hizo Don Bosco. Los alejan de la calle y de sus peligros. El lenguaje del amor y la ternura hace que se curen heridas profundas, restaura la esperanza, hace que la sonrisa florezca nuevamente ".

Originario del nordeste de Italia, don Baracco es un salesiano de 40 años y sacerdote desde hace más de 32. Se fue a Rumania en el 2000 y tras 14 años entre Bacau y Constanza, ha sido destinado a Chisinau.

"Lo mejor de esta tierra es precisamente los tipos que frecuentan los oratorios, los grupos formativos, los cursos profesionales, las casas familia. En estos años ha sido hermoso crecer juntos, lanzados con pasión a la amistad de muchos jóvenes que necesitan a Don Bosco, su propuesta, su alegría ", dice con entusiasmo.

No faltaron las dificultades: "No fue fácil, a veces me desanimé -continúa-. ¡Pero aprendí a ver ese crucifijo que el mismo Don Bosco le había mostrado a su madre una noche que estaba desanimada! ¡Y luego el deseo de comenzar de nuevo, como un desafío! Así que continúo viviendo con ellos y para ellos, sintiendo esta tierra más mía todos los días".

Hoy Don Baracco está convencido y determinado en su trabajo como misionero e hijo de Don Bosco: "Aquí me siento un misionero tanto como, imagino, es un cura en una periferia italiana o un maestro en su aula o una madre en su familia ... Nunca pensé irme como misionero. Siempre he creído que ser misionero era simplemente irradiar, donde sea que uno se encuentre, lo que siente y sabe que es importante para sí mismo, porque a su vez lo ha fascinado y llenado de significado. ¡Hablo por supuesto de Cristo! Evidentemente amando y sirviendo completamente".

Fuente: Misiones Don Bosco

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