En la homilía de la misa de media mañana, el padre Martoglio destacó algunos rasgos fundamentales de la figura de María y de la celebración salesiana. Recordó cómo la Inmaculada Concepción de María era ya una creencia popular mucho antes de que la Iglesia la reconociera como dogma en 1854.
“Esta gracia extraordinaria y particular de María como ‘Inmaculada’ nos habla de una mujer no tocada ni dañada por el pecado original, esa dimensión que todos llevamos dentro y que a veces nos hace pensar una cosa y hacer otra... Pues bien, esta gran gracia de María no es para ella, sino para nosotros: ¡porque de la fe de María viene el Salvador, Jesús!”, subrayó el vicario del Rector Mayor.
Luego, invitó a todos a vivir el tiempo litúrgico del Adviento “siguiendo la escuela de María”, quien, con su fe y su corazón, permitió la celebración de la Navidad.
El padre Martoglio reflexionó que la grandeza e importancia de la Fiesta de la Inmaculada Concepción radica en que María “restaura en el corazón de Dios la armonía de los inicios, la armonía de la Creación”. A través de ella, la humanidad recupera la gracia perdida en el Jardín del Edén con el pecado de Adán y Eva.
En relación con el relato bíblico de dicho episodio, destacó cómo la pregunta de Dios, “Adán, ¿dónde estás?”, encierra en realidad una cuestión más amplia que Dios plantea a cada hombre o mujer en cualquier tiempo: “¿Hacia dónde te diriges en tu vida? Yo te he creado para una armonía total, con la Creación, conmigo, con los hermanos y contigo mismo. Pero tú, ¿dónde estás ahora?”. Esta desarmonía y ruptura generada por el pecado del hombre persiste a lo largo del tiempo sin que nadie asuma la responsabilidad: Adán la transfiere a Eva, y Eva al serpiente…
A pesar de ello, señaló el vicario del Rector Mayor, “el Señor no permite que la humanidad pierda el camino hacia una vida de felicidad”. Con María, “se reinicia el sueño inicial de Dios para que la humanidad pueda estar siempre en comunión con Él, como al principio, a través de la encarnación”.
Al reflexionar sobre el pasaje del Evangelio del día, el padre Martoglio destacó el saludo del arcángel Gabriel a María como “Llena de gracia”, expresando así “cómo ella aparece ante los ojos de Dios”. Tras analizar el diálogo entre el ángel y la Virgen, marcado por la concreción y la disponibilidad, subrayó la fe de María, que con su fiat dio inicio a la Encarnación del Señor y a la Navidad.
“Pidamos a Dios tener la misma fe de María”, concluyó el padre Martoglio.
Al finalizar la eucaristía, subrayando el valor salesiano de la festividad, la asamblea escuchó con gran participación la lectura de un pasaje de las Memorias del Oratorio de Don Bosco, donde él describe su primer encuentro con el joven Garelli. Posteriormente, los presentes se reunieron frente a la estatua de María Inmaculada, para realizar el tradicional homenaje del Círculo Mariano: un Ave María comunitario, rezado tomados de la mano, recordando aquel primer Ave María pronunciado por Don Bosco con Garelli en la sacristía de la iglesia de San Francisco de Asís, en comunión espiritual con las demás casas de la Familia Salesiana en todo el mundo que ese mismo día realizaron el mismo gesto.