Por: Alver Metalli
¿Quién es Arturo Rivera y Damas?
Un Arzobispo de San Salvador, el quinto en la historia eclesiástica de la arquidiócesis y el primer sucesor de monseñor Romero después que fuera asesinado el 24 de marzo de 1980. Nació en un pueblo de la zona central de El Salvador, San Esteban Catarina, en el departamento de San Vicente, un 30 de septiembre de 1923. Provenía de una familia de clase media, su padre el Sr. Joaquín Rivera y su madre la Sra. doña Ester Damas de Rivera. A monseñor Romero lo unía una gran amistad.
No dijo que era salesiano…
Así es, fue ordenado sacerdote con ese carisma el 19 de septiembre de 1953, precisamente en un país como el nuestro, El Salvador, con una numerosa población joven. Rivera y Damas vivió en profundidad el espíritu salesiano, aunque los caminos de la formación lo llevaron primero a prepararse como canonista – obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en el Pontificio ateneo salesiano de Torino, Italia – y luego fue consagrado obispo el 30 de julio de 1960 y designado auxiliar del arzobispo de San Salvador Luis Chávez y González, un gran obispo con ideas conciliares. Fue él quien le confió la responsabilidad de la atención social de la Curia de la Arquidiócesis que en los años ’60 abarcaba los departamentos de San Salvador, La Libertad, Cuscatlán y Chalatenango.
También fue obispo auxiliar de monseñor Romero…
Fue obispo de Mons. Romero, durante siete meses, antes que lo nombraran en la diócesis de Santiago de María, en la zona oriental del país. Ese tiempo se caracterizó por una gran amistad entre ambos.
¿Qué tipo de relación tenían?
Cuando la Conferencia Episcopal de El Salvador satanizó a monseñor Romero en los años ’80, Rivera y Damas, como un hermano, se identificó con su carisma y comprendió que era necesario vivir la responsabilidad episcopal con el estilo de Jesús y atender las necesidades de un pueblo que buscaba libertad de expresión, dignidad y justicia social. Se solidarizó con Mons. Romero frente a la persecución que vivía el clero de la Arquidiócesis y el 6 de agosto suscribieron juntos la Carta pastoral, que fue la primera para Rivera y Damas y la tercera del magisterio de monseñor Romero, donde afrontan el tema “Iglesia y organizaciones políticas populares”. No se puede olvidar que en los últimos años de su ministerio, Mons. Rivera y Damas, impulsó con fuerza el proceso de canonización de Romero, al que consideraba un verdadero mártir de la Iglesia.
Fuente: www.tierrasdeamerica.com