Hola, Rafael, preséntate…
Me llamo Rafael Gašpar, soy un salesiano croata y acabo de terminar el primer año de tirocinio en el oratorio de Jarun, en Zagreb. Aunque desde joven sentí que Dios me llamaba a ser sacerdote, logré evitar esa posible vocación. Estudié derecho en Croacia y luego, administración en el Reino Unido. Crecí en una familia de fieles católicos, pero fue en el Reino Unido donde descubrí la fe a un nivel más profundo, porque participaba en un grupo juvenil, Pure in Heart.
En ese período de mi vida, experimenté que Jesús me llamaba a ser su sacerdote. Siguiendo el consejo de mi padre, decidí terminar los estudios y buscar un trabajo antes de encontrar mi vocación. Por un lado, sentía la vocación de ser sacerdote con fuerza, y por el otro, tenía un profundo deseo de ser padre y tener una familia. Estos dos deseos de mi corazón me parecían contradictorios y no lograba renunciar a ninguno de los dos.
Pero cuando conocí a los salesianos en Croacia, vi que podía ser sacerdote y tener una familia con más hijos de los que jamás podría imaginar. Así fue que decidí convertirme en salesiano.
¿Qué te inspiró a elegir ser misionero?
Hubo dos momentos cruciales en los que sentí la inspiración. El primero fue durante el noviciado, cuando realizamos los ejercicios espirituales guiados por padre Silvio Roggia, un misionero salesiano. El Padre Silvio compartió con nosotros su testimonio y sus historias sobre la vida misionera en África. Un día, durante los ejercicios, después de recibir la Eucaristía, sentí que mi corazón ardía por las misiones y que Jesús me llamaba a ser misionero. El fuego del celo misionero que ardía en mi corazón durante el noviciado se fue apagando lentamente en el posnoviciado, cuando encontré algunas dificultades.
El segundo momento de inspiración ocurrió durante mis prácticas en el oratorio de Jarun, en Zagreb. Ese año concluí los ejercicios espirituales ignacianos en la vida cotidiana, que había comenzado y retomado en el posnoviciado. A través de las meditaciones de los ejercicios ignacianos e inspirado por el aguinaldo del padre Ángel (“El sueño que hace soñar”), retomé mi olvidado sueño misionero.
¿Estás feliz con el lugar al que irás? ¿Tienes miedos o preocupaciones con respecto al nuevo lugar, la cultura y la gente?
Estoy muy feliz de ir a Brasil. Cuando escribí la carta al Rector Mayor, expresé mi disponibilidad para ser enviado a cualquier parte del mundo, pero en mi interior esperaba ser enviado a Sudamérica. Por supuesto, siempre hay un poco de temor porque voy a una cultura y un contexto desconocidos para mí, pero el amor y la confianza en Dios superan el miedo.
¿Cómo reaccionaron los miembros de tu familia, los amigos y los hermanos cuando les hablaste sobre tu vocación misionera?
Los hermanos salesianos estaban contentos porque me veían feliz, aunque algunos de ellos me dijeron que admiran la elección que hice, pero no logran comprenderla. Por otro lado, mis familiares se sorprendieron al principio y necesitaron un poco de tiempo para comprender y aceptar mi decisión. Creo que nuestras familias, especialmente nuestros padres, participan de cerca en nuestra vocación religiosa y misionera y, por lo tanto, también en la cruz de la vida misionera que estamos llamados a llevar.
¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?
No tengo proyectos, pero sí sueños. Espero llegar al final de mi vida como un siervo bueno y fiel de nuestro Señor Jesús. Un siervo que no ha escondido ninguno de sus talentos por miedo, sino que se ha entregado completamente a las personas a las que fue enviado.
¿Tienes algún modelo de gran misionero cuyo estilo de vida quisieras seguir?
Mi modelo es el venerable Francisco Convertini, porque vivió su vida con ardor y celo misioneros. Sirvió a la gente hasta el final y se entregó a la misión como lo hizo Don Bosco.
¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes sobre la elección y la vocación misionera?
El sueño más profundo que llevan en el corazón es el mismo que Dios tiene para ustedes. Es el sueño que Él ha soñado desde el momento en que nos creó. Así que atrévanse a seguirlo y atrévanse a ser felices.