¡Hola, Angelot! Preséntate...
¡Hola! Me llamo Angelot Dorisse Herimampionona Rakotonirina, salesiano de Don Bosco, originario de la Visitaduría "María Inmaculada" de Madagascar (MDG). Vengo de un pequeño pueblo rural llamado Ambohimarina, a ochenta y ocho kilómetros de la capital, Antananarivo, y ahora he sido enviado como misionero a la Delegación AKM (de Albania-Kosovo-Montenegro).
¿Qué te inspiró a elegir ser misionero?
Lo primero que me impulsó a ser misionero fue el amor por Cristo Señor y la salvación de las almas. Luego, la voluntad y el celo inagotable de anunciar la Buena Nueva al mundo, como hizo san Pablo por la Iglesia: dar gratuitamente al Señor todo lo que él me ha dado gratuitamente. Además, el testimonio de la vida misionera en Madagascar, su sencillez y devoción, me ayudaron mucho a meditar sobre mi vida, a elegir y decidir.
¿Estás feliz con el lugar al que vas? ¿Tienes temores o preocupaciones respecto al nuevo lugar, la cultura y la gente?
Al principio, la preocupación y el miedo llenaban mi corazón, sobre todo en el momento de tomar la decisión. Pero poco a poco se están convirtiendo en alegría. Por supuesto que siento satisfacción, porque sé que Dios está conmigo. Creo que me ha llamado para enviarme en misión y, por tanto, creo que también me ha ayudado y sostenido en la misión a la que me ha enviado. Ahora estoy totalmente preparado para llevar el Evangelio a la tierra a la que el Señor me ha mandado, porque confío en Dios y en su gracia.
¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?
Mi sueño y mi proyecto en mi misión no son otros que el proyecto de Cristo a través de Don Bosco: la salvación de las almas. Además, como misionero en Europa, espero contribuir a restablecer la identidad de Cristo y de su Iglesia en Europa. Quisiera ser un instrumento para revivir el carisma de la Iglesia Católica y de nuestra Congregación en el continente europeo.
¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes respecto a la elección y la vocación misionera?
He visto que muchos jóvenes de hoy viven en la angustia y la inquietud. No necesitan teorías, sino pruebas tangibles y existenciales. Buscan la grandeza y el misterio de la vida en su limitada autonomía. Pero, queridos jóvenes, queridos amigos, no busquéis cosas imposibles que se agotan. Dios nos da la sabiduría para conocerlo todo, y, sin embargo, ¿por qué no escuchamos la voz del Señor que nos habla desde dentro? Y de mi parte, les agradezco que profundicen en nuestra fe, porque Dios es nuestra vida: todo viene de él, a través de él y para él.
