Hoy este instituto en Bukavu es reconocido por el Estado y ofrece todos los años cursos gratuitos de albañilería, soldadura, reparaciones, carpintería y mecánica automotriz a más de un centenar de niños de la calle. Los cursos de la escuela tienen una duración de 13 meses: dos dedicados a la alfabetización, ocho a la formación profesional y tres a las prácticas con artesanos y empresas locales. “Me alegra que los jóvenes que asisten encuentren trabajo. Ellos cursan cocina, sastrería y agricultura en la gran finca que nos vendió la diócesis”, agrega.
En Bukavu, los salesianos también han abierto una pequeña pensión: cada año hospedan a 20 niños de la calle, los cuidan, los ayudan a reanudar sus estudios y tratan de que vuelvan a sus familias. Al ver la realidad de estos menores, que a menudo terminan en la calle porque sus familias no pueden mantenerlos en la escuela, los salesianos han puesto en marcha un proyecto de apoyo a distancia que beneficia de 600 a 800 niños cada año.
Entretanto, para actuar más profundamente en las condiciones de las familias con caminos de autoayuda, "comenzamos a invitar a las madres a ser parte de los grupos de crédito y ahorro 'AVEC' que fundamos para permitir el acceso al crédito a los más pobres y promover la solidaridad. Actualmente, 2.000 madres están involucradas en el proyecto y han mejorado significativamente su situación económica, pudiendo enviar a sus hijos a la escuela”, explica el padre Gavioli
Hablando de proyectos futuros, añade: “Los misioneros javerianos, después de su Capítulo general, decidieron retomar la dirección de la escuela profesional en Bukavu y en un año será la transición. Los Salesianos nos quedaremos en la ciudad y pretendemos abrir una escuela profesional, un oratorio y actividades para los niños de la calle y las familias que apoyamos. No tenemos los fondos necesarios, pero confiamos en la Providencia”.
Pensando en los años pasados en el Congo, concluye: “No faltan las alegrías diarias que dan los niños y adultos a quienes ayudamos, los jóvenes que ingresan a los seminarios, los que vienen a rezar y piden ser parte de la Iglesia Católica. Agradezco al Señor porque siempre he podido convivir con los más pobres y vulnerables: era lo que quería”.