¿Qué lo impulsó a convertirse en salesiano?
La primera inspiración me vino del grupo de la infancia misionera de mi parroquia; posteriormente se fortaleció al leer sobre los viajes del gran misionero de la India, San Francisco Javier; y luego fue un sacerdote salesiano, el P. Thomas Poovelickal, quien me invitó por primera vez a ser salesiano. Entré en el aspirantado de Mannuthy y, compartiendo mi vida y observando a tantos Salesianos, incluyendo a mi primo el P. José Mathew Kuttianimattathil, pude reconocer mi vocación de ser Salesiano de Don Bosco.
¿Qué aporta la experiencia del GC28?
Lo que me impresionó fue el espíritu de familia entre las casi 300 personas presentes. Cuando fui elegido secretario de la Comisión de habla inglesa pude ver aún mejor cómo todos los Salesianos en los distintos continentes somos igualmente apasionados por nuestro carisma y cómo le damos vida en distintos contextos.
Otra cosa que realmente caracterizó nuestro estar juntos fue la ausencia de miedo ante la pandemia por el Covid-19. Todos estábamos absolutamente confiados en la protección de María Auxiliadora.
En estas primeras semanas, marcadas por las restricciones por el Covid-19, ¿qué ha podido conocer de su nuevo encargo?
Posteriormente a la clausura por el CG28 me quedé bloqueado en Italia, junto con muchos de mis hermanos de varias partes del mundo. De este modo y del modo como solo la Providencia puede prever, me dio la oportunidad de tener un diálogo personal con nueve de los 12 Inspectores de la Región y otros Delegados del Capítulo.
Entonces, si bien se redujeron las oportunidades de reuniones en presencia, no faltaron oportunidades para el diálogo y la planificación online. También participé en directo en las primeras sesiones del Consejo General. Me llamó la atención el ambiente familiar, la profesionalidad y sobre todo la profunda preocupación por todos los Salesianos y por la Congregación que impregna cada encuentro en el Consejo General. Posteriormente, tuve la ocasión de trabajar con el P. Maria Arokiam Kanaga, mi predecesor, para un acompañamiento constante y la presentación del trabajo precedente.
Dentro de seis años, ¿con qué sueña para su región?
Queremos fijarnos el objetivo de una transformación tangible y verificable de la vida de al menos medio millón de jóvenes pobres y sus familias. Sería una pastoral juvenil centrada en una perspectiva vocacional, la preparación de ciudadanos honrados y buenos cristianos que puedan servir a la sociedad empezando a sacar a sus familias de la pobreza.
Además, esperamos que como región podamos reforzar nuestro trabajo de colaboración con los laicos, crecer en la vocación a la vida religiosa salesiana (salesianos laicos y salesianos sacerdotes) y enviar muchos misioneros al servicio de los jóvenes pobres de todo el mundo.