Como decía, ha visitado infinidad de países. ¿Qué piensa cuando el Papa afirma que estamos en «una tercera guerra mundial a cachitos» o cuando habla de la «globalización de la indiferencia»?
Por mi propio carácter y por mi identidad carismática salesiana tiendo a mirar con esperanza. Pero, ciertamente, creo que estamos viviendo años muy difíciles. Muchos de nosotros, yo entre otros, creíamos hace 20 años que el camino hacia la paz y el camino hacia una creciente extensión de los derechos humanos en el mundo era lento pero visible y verificable. En los últimos 20 años hemos vivido un retroceso inimaginable, sea a causa del terrorismo internacional, sea a causa de la explotación y abuso en los movimientos migratorios existentes en todo el mundo, sea a causa de las guerras o de la pasividad expectante ante algunas de ellas…
Ahora mismo estamos golpeados por esta terrible pandemia. Nunca nos habríamos imaginado algo así, como nunca nos hemos imaginado que sería posible el terrorismo de los últimos 20 años en gran parte del mundo, especialmente el occidental. Y esta misma pandemia está sacando a la luz y poniendo en evidencia lo mejor de muchas personas y de grupos sociales (por ejemplo, médicos, enfermeros, servicios de protección social, etc.), y lo peor del egoísmo y el individualismo de las naciones. En mi opinión es lamentable, y no será fácil olvidarlo después del pos-coronavirus.
¿Cómo podemos afrontar como católicos la pandemia del coronavirus?
Yo diría que, ante todo, ojalá aprendamos algo de todo esto que estamos viviendo. Por ejemplo, ¿volveremos al vértigo en el vivir o conseguiremos tener ritmos y espacios más humanos? ¿Querremos recuperar el tiempo perdido en el consumo, y en el tener, y en nuestras vacaciones, o aprenderemos que se puede vivir felices con lo necesario y con más sobriedad? ¿Seguiremos desenfrenadamente en la carrera de contaminación en el mundo o daremos respiro al planeta como nos ha obligado a hacer el coronavirus? Después de esta pandemia no es posible una indiferencia ecológica como la que se sigue viendo en las cumbres sobre el clima.
Y por supuesto que, ante las situaciones de pobreza que se van a disparar, también en España, como cristianos y católicos tenemos que seguir respondiendo con altura, con creatividad y con generosidad. En general, en las situaciones límite, solemos dar lo mejor de nosotros mismos. Yo confío mucho en esto.
Quisiera aprovechar para invitar justamente a la solidaridad, la fraternidad, la caridad y, para quienes somos creyentes, también a la oración con fe en el Dios que no hace magia, pero está al lado en nuestro caminar, a veces un caminar fatigado como el presente. En este sentido, me he querido quedar con la imagen del Papa Francisco hace unos viernes en la oración en una plaza de San Pedro vacía y lluviosa. Seguramente nunca ha estado tan solo, pero, al mismo tiempo, nunca ha estado tan acompañando por tanta gente en todo el mundo.
Fuente: Alfa y Omega