P. Fabio Attard, Consejero General para la Pastoral
Sr. Renato Cursi, Dicasterio de Pastoral Juvenil
El cristianismo "por defecto", como contexto cultural o por imposición predefinida, no pertenece al presente de los jóvenes en Europa. Encuestas recientes e interpretaciones relacionadas a los datos estadísticos adquiridos parecen confirmar este análisis. Pero la Iglesia pareciera que no es consciente de esta realidad. La Iglesia reconoce el desafío de proclamar el Evangelio a los jóvenes en un contexto cultural europeo secularizado, en el que la mayoría de la población vive “etsi Deus non daretur”.
Según lo expresado por la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales en las respuestas a los cuestionarios enviados en vista del Sínodo sobre los jóvenes, “la Iglesia no puede partir de donde los jóvenes no están y llevarlos allí donde no quieren ir. Pero podemos llevarlos desde donde están hasta donde podían haber soñado”. Es necesario reconocer la tendencia de los jóvenes de hoy a dedicarse seriamente al discernimiento de su vocación, en un sentido humano y cristiano.
Las respuestas ofrecidas por todas las Conferencias Episcopales al cuestionario del Sínodo nos ofrecen tres escenarios especialmente en Europa occidental y septentrional. Muchos jóvenes se consideran alejados de la Iglesia, no están interesados y no quieren ser molestados. Para la Iglesia es un desafío que recuerda el recurso del respeto humano y una empatía pastoral que coloca al no creyente en el centro, incluso cuando falta alguna colaboración.
Un segundo escenario trata sobre los jóvenes que han recibido la experiencia de la fe, pero luego la perdieron. Algunos se vuelven a conectar con la fe, a menudo a partir de la amistad y el testimonio de compañeros comprometidos.
En tercer lugar, está el escenario de los jóvenes que han elegido la fe. Aquí hay dos tendencias: por un lado, jóvenes comprometidos que piden a la Iglesia ser "fieles" al Evangelio, "claros" en el mensaje; por otro lado, los jóvenes que insisten en que la Iglesia se debe comprometer a ser "moderna", y debe estar en diálogo con los acontecimientos actuales. Será muy importante captar estas dos visiones, no tanto en términos de elementos opuestos, como en la complementariedad.
La Conferencia Episcopal Italiana incluyó entre sus mejores prácticas con los jóvenes la experiencia del oratorio, citando la contribución de Don Bosco. El corazón de esta propuesta es el cuidado de una comunidad educativa al servicio de los jóvenes, capaz de hacer que la fe y la vida interactúen y hacer que los jóvenes experimenten un protagonismo saludable.
Si se los convoca a discutir juntos sobre la fe y el discernimiento vocacional, los jóvenes de cualquier credo expresan la necesidad de tener “compañeros de camino”, guías que respeten la libertad del joven, a la vez que proporcionen las herramientas necesarias para esos procesos.
La elección de la Iglesia de caminar realmente juntos, “sínodos”, con los jóvenes, ya es una respuesta que se conecta con las expectativas y con el enfoque.