Esta muchacha nació el 5 de abril de 1891, le pusieron de nombre Laura. Era la hija mayor de José Domingo Vicuña y Mercedes Pino. A finales del siglo XIX, Chile vivía un contexto político difícil. Claudio Vicuña, pariente lejano del padre de Laura, se involucró en la disputa por el poder, extendiendo el peligro de muerte a toda la familia.
Con poco más de 3 años, Laura se queda sin su padre. La madre, Mercedes, se quedó prácticamente en la miseria. Laura, la madre y su hermana huyeron a Argentina.
En la Argentina, la madre de Laura, en busca de trabajo, llegó a la estancia de Quilquihué, que pertenecía a Manuel Mora. Este la presionó para convertirse en su amante a cambio de garantizar la educación de las hijas.
Laura pudo estudiar en el colegio de “María Auxiliadora”. Desde temprano, decía que quería servir a Dios y afirmaba estar dispuesta a “entregar su vida a Dios y no pecar”.
Laura fue víctima de dos intentos de violencia por parte de Manuel Mora. Una enfermedad aqueja a la adolescente y la madre decide llevarla a Junín, pensando que sanaría. Manuel Mora, llega hasta donde se encontraban, y entrando por la fuerza exige quedarse ahí también. Laura a pesar de la fiebre y la debilidad, se impone con firmeza para que esto no ocurra. Recibirá a cambio una golpiza.
Antes de morir, Laura le dice a su madre: “Mamá, yo le pedí a Jesús, y hace dos años que yo le ofrecí mi vida por ti, para pedirle la gracia de tu conversión. Antes de morir, ¿tendré la suerte de verte arrepentida?” “Te juro – le respondió su madre - que haré lo que me pides. Dios es testigo de mi promesa”. Con esta noticia tranquilizadora, Laura Vicuña muere el 22 de enero de 1904, sin haber cumplido los trece años. En 1986, Laura Vicuña fue oficialmente declarada Venerable.
En 1955 un milagro ocurrió en favor de una religiosa que fue curada de un problema pulmonar por la intercesión de Laura Vicuña. Este milagro impulsó el proceso de beatificación que de hecho ocurrió en 1988 a través del Papa San Juan Pablo II.