«Aprendí algunos oficios y comencé a dar catequesis en la parroquia. Pero la idea de ser misionero siempre regresaba y cada vez con más insistencia. En 1980 renuncié a mi trabajo y en setiembre de 1981 ingresé al noviciado salesiano de Pinerolo, profesando como salesiano el 8 de setiembre de 1982.
Fui ordenado sacerdote el 30 de junio de 1990 y el 7 de noviembre partí para Madagascar. Los primeros seis meses residí en Ivato donde estudié la lengua local (malagasy), animaba el oratorio y ayudaba en la instalación eléctrica de la nueva casa salesiana. Después partí para Mahajanga.
En 2002 me trasladé a Ijely, una región de montaña donde se cultiva la tierra. Con la agricultura y la ganadería ayudé en la confección de quesos. En esa casa tuve la tarea de conseguir los fondos necesarios para nuestra manutención. Fue todo un desafío. Con la producción de quesos conseguimos salir adelante y hasta recibimos una gratificación del Ministerio de Agricultura que nos consideró como la mejor pequeña industria de Madagascar».
Luego de haber trabajado también en Fianarantsoa y Tulear, con emprendimientos y pastoral juvenil salesiana, cumpliendo 25 años de sacerdocio, el Parde Maurizio inició una nueva etapa como misionero en las Islas Mauricio.
No obstante, la vocación misionera no cambia: «Desde siempre rezo por la vocación misionera, para que la Auxiliadora nos acompañe con su protección a todos nosotros, hijos de Don Bosco».