En 1848 lanzó un pequeño periódico para los jóvenes llamado El Amigo de la Juventud, con el objetivo de promover “intereses religiosos, morales y políticos”.
El periódico se imprimía en la tipografía “Speirani e Ferrero”, una modesta editorial ubicada cerca de la iglesia de San Roque, en Turín.
El Amigo de la Juventud, que se publicaba cada tres semanas, fue un pequeño fracaso, con solo sesenta y un números publicados.
Más tarde llegaron las Lecturas Católicas, que no solo se publicaron en Turín, sino en toda Italia. Y, como coronación de toda esta actividad editorial, en 1877 nació el Boletín Salesiano.