Cuando Don Bosco tenía solo cuatro años, estalló una terrible hambruna y, como se cuenta en las Memorias del Oratorio, "los comestibles alcanzaron precios fabulosos. El trigo se pagaba hasta a 25 francos el hemin'.
Mamá Margarita, que tenía que cuidar de su anciana suegra y de sus hijos pequeños, no se desanimó. "En casos extremos, hay que recurrir a medios extremos", afirma. Ayudada por un vecino llamado Bernardo Cavallo, fue al establo, mató un ternero y cocinó parte de él para alimentar a su familia.
Luego trajo grano de los pueblos más lejanos, comprado a un precio muy alto. Los almacenaba en el granero de la casita, que se convirtió en una reserva para toda la familia. Años más tarde, cuando en otoño Don Bosco traía aquí a los chicos de Turín, solo repetía las palabras de ánimo de Mamá Margarita: 'Tened confianza en Dios. Arrodillémonos y recemos".
Fuente: salesianos.info