Durante la jornada han pasado cientos de muchachos y muchachas por la tumba de Don Bosco. Una profesora llevaba a un grupo de niños y niñas y cuando quedaron delante de la Urna de Don Bosco les dijo: “Don Bosco fue un santo que dedico su vida a los chicos que no tenían ni casa ni familia. Los acogió a todos ellos, los educó, y posteriormente los formó como profesionales para la vida. Les ayudó a cambiar sus vidas. – Y siguió explicando a los niños – Creo que si Don Bosco no hubiese existido, probablemente estos chicos no hubiesen tenido una casa, mucho menos una familia. Este santo que ustedes ven ahora ha hecho mucho, pero mucho – les repitió – por los chicos pobres”.
Durante el momento de oración en la Basílica de María Auxiliadora el Rector Mayor recordó las palabras del Papa Francisco a los participantes y a toda la Familia Salesiana. “El Papa nos ha dejado tres tareas que debemos comprometernos a realizar. En primer lugar manifestó que el alma de los muchachos y muchachas está abierta a la vida y al encuentro con Dios, y nosotros como Familia Salesiana debemos ser los artífices de esta tarea esencial y fundamental”. Por otra parte, invitó a toda la Familia Salesiana a colaborar con el objetivo fundamental de “salvar las almas, trabajar con los jóvenes y servir a los más pobres”. Y concluyó su homilía pidiendo a todos a “no desilusionar las aspiraciones profundas que tienen los jóvenes. ¿Que aspiraciones? Preguntó. La necesidad de vida, la apertura, la alegría, la libertad, el futuro, y colaborar en la construcción un mundo más justo y más fraterno”.
Al final de la celebración el Rector Mayor se acercó al altar de Don Bosco para desde el mismo lugar donde se encuentra el cuerpo del Santo; impartió a toda la Familia Salesiana del mundo la bendición de Dios.