Es un “hogar”, porque acoge a jóvenes de todo El Cairo, de Egipto y del sur de Sudán, sin distinción alguna. Esto hace que este trabajo sea especial, en una ciudad en la que los sudaneses del sur son discriminados y no aceptados. El "Don Bosco" juegan juntos en el patio los sudaneses y los egipcios. Dos culturas en un solo oratorio. Bailando juntos, escuchando música sudanesa y egipcia hace que el patio explote de alegría.... Estos gestos hacen comprender que el compartir pequeños gestos rompe cualquier barrera cultural.
Es una “parroquia”, porque se respira un aire de fe. Durante la semana hay momentos de catecismo, se dividen en grupos de edad y entre sudaneses y egipcios. Cada vez que los bancos de la iglesia están llenos y los jóvenes, incluso los más jóvenes, permanecen en silencio y respetuosos del momento, la participación en la oración nos hace comprender cuán importante y compartida es la fe. Una fe que no solo está presente en los momentos de alegría, sino que es externa, especialmente en los momentos de dolor y dificultad. Saber decir en el sufrimiento: “Señor, hágase tu voluntad” significa haber comprendido que “juntos llevan la Cruz”.
Es una “escuela”, porque en este oasis del desierto, los niños y los jóvenes aprenden a ser amados, a respetar a los demás en sus diferencias, aprenden a cuidar del medio ambiente, a ser responsables aceptando pequeñas tareas, a convertirse en “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.
“Los voluntarios nos sentimos acogidos y el oratorio se convirtió en nuestro hogar. Cada gesto recibido, desde un apretón de manos hasta una sonrisa, ayudó a crear lazos con cada joven con quienes nos hemos encontrado. ‘Zeitun’ era una parroquia para nosotros porque sentíamos la presencia del Señor en cada corazón. Era una escuela, porque frente a los diferentes idiomas, aprendimos a entender a cada uno de los niños y jóvenes hablando el idioma del corazón”, han manifestado los jóvenes italianos.