En el texto que preparó, el Consejero Regional presentó lo que observó en su Visita Extraordinaria, destacando tanto las fortalezas de la Inspectoría de Hungría, para que puedan ser valoradas, como las áreas actualmente más débiles, para que sea posible mejorarlas.
La Hungría salesiana, observó el P. Rozmus, es “una Inspectoría hermosa”, probablemente una de las más pequeñas de la Congregación a nivel mundial, en cuanto a su número; sin embargo, es muy activa, con muchas instituciones educativas, y muy apreciada, también por su contribución a la vida de la Iglesia católica en el país.
La fidelidad carismática, además, se logra a través de las numerosas instituciones que participan en la pastoral juvenil, y en particular en algunas zonas del país, donde está marcada la opción preferencial por los jóvenes más pobres y abandonados.
El panorama que ha surgido, por lo tanto, es el de una comunidad internacional que busca llevar a cabo su misión en la sociedad actual.
Entre los momentos más hermosos vividos durante las semanas de Visita Extraordinaria (de finales de marzo a principios de mayo), el P. Rozmus destacó la experiencia, definida como “inolvidable” los Ejercicios Espirituales predicados por primera vez a los miembros de la Familia Salesiana del país: una cita que ofrecía la oportunidad de vivir días de recarga espiritual y carismática en un ambiente familiar.
El Consejero Regional concluyó su discurso con palabras de aliento: “¡Sursum corda!” “¡Que Dios les bendiga!”
La Inspectoría húngara, erigida canónicamente en 1929, cuenta en la actualidad con 43 salesianos y siete casas, actualmente tiene tres novicios.
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