El Ecónomo General ha puesto a todos en guardia frente al desánimo: a veces, los proyectos de desarrollo, a pesar del compromiso y la entrega de los cooperantes, se ven enfrontados a problemáticas y momentos de interrupción debido a la falta de fondos económicos, pero no por ello tenemos que dejar de tener fe y de trabajar, si queremos cambiar las cosas.
“Tres palabras iluminan nuestro camino: esperanza, amor y fe. La esperanza se refiere al compromiso que ponemos cada día para cambiar y aliviar los sufrimientos de los más pobres; el amor se refiere a los jóvenes y al apoyo psicofísico que les ofrecemos para que crezcan y se realicen; la fe se refiere a la Divina Providencia de que nuestro Señor Jesús no permitirá jamás que nos falte a nosotros, servidores de la Iglesia”, ha dicho en síntesis el Sr. Muller.
En su reflexión, el ecónomo general les ha invitado a reflexionar sobre el rol y las iniciativas de la Inspectoría, “a través del estudio y el análisis de las actividades mismas y de la misión, reformulándolas, si fuere preciso, siguiendo criterios de eficiencia y transparencia”. Traducir en realidades concretas conceptos tales como planificación, comunicación y buenas prácticas, deben ser un compromiso de todos, ya que en la Congregación, como en una familia, nadie puede quedarse al margen del bien común, sino que todos según sus posibilidades deben concurrir a su mejora.
A propósito de todo esto, el Ecónomo General ha exhortado en primer lugar a los cooperantes y a cada uno de los salesianos a trabajar por el crecimiento y desarrollo “para lograr que las energías más potentes hacia el cambio surjan de la base misma del sistema”, y desarrollar un fuerte sentido de pertenencia a la Congregación tal, que el interés de cada individuo coincida con los intereses del grupo.
“Es importante saber dar el paso de una visión individualista a una visión orgánica típica de una estructura religiosa”, ha dicho para concluir el Sr. Muller.