El difunto P. Adriano Bregolin, que fue Vicario del Rector Mayor, solía preguntar: “¿Cómo está Don Renzo?”
El P. Rossignolo, este legendario misionero del véneto, llegó a Tailandia en 1983 y desde ese momento pasó la mayor parte de su tiempo en la diócesis de Surat Thani. Es conocido y apreciado por haber sido siempre testigo de la pobreza, por la alegría con que aceptaba los sacrificios y por las prácticas utilizadas para educar a las personas afectadas por la enfermedad de Hansen y la dedicación a las familias.
A pesar de las dificultades de su edad, continuó desempeñando sus deberes como educador, pastor y director del centro sin quejarse escuchar una queja de sus labios.
En la actualidad, 60 personas trabajan en el Centro de Desarrollo Don Bosco, algunas de las cuales todavía sufren las consecuencias de la enfermedad de Hansen (o lepra, como se le llama comúnmente). Se realizan con estas personas numerosos proyectos de sastrería, soldadura, carpintería, mecánica y proyectos agrícolas.
El centro está bien con la sociedad local y también acoge a estudiantes de escuelas cercanas.
Las antiguas alumnas se han convertido en maestras, y con la presencia de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl son las más cercanas colaboradoras.
Cada semana, el P. Rossignolo celebra la Misa en la parroquia “Santo Domingo Savio” de Ronphiboon y también en Phatthalung. No hay que olvidar que estamos hablando del sur de Tailandia, donde el porcentaje de católicos es del 0,1%, es decir, unos 7.000 fieles frente a los 10 millones de habitantes de la diócesis de Surat Thani.
El P. Rossignolo pasa su tiempo rezando, leyendo y reflexionando. Gracias a esta actitud, algunos jóvenes se sienten inspirados a seguir a Jesús más de cerca.
Para responder a la pregunta que hacía el difunto P. Bregolin, de “¿Cómo está Don Renzo?”, la respuesta no puede ser otra: ¡está bien! Y a los 76 años sigue inspirando a muchos jóvenes salesianos, animándolos a seguir la vocación misionera.