"Las dificultades de mi vida comenzaron después de la separación entre mis padres. Mi madre me dejó al cuidado de mi padre, quien me obligó a ir con él en un pueblo cerca del lago Volta donde trabajaba como pescador", dice Mawufemor.

En resumen, ella tuvo que abandonar la escuela, luego tuvo que ayudar a vender el pescado y finalmente, después de la muerte de su padre, terminó viviendo en una casa de pescadores. "Me levantaba al amanecer y me acostaba tarde por la noche. Hacía tareas domésticas y vendía pescado".

Y continúa: "Durante varios años no fui a la escuela, usé ropa gastada y muchas veces me fui a dormir sin cenar. Cuando mi 'padre adoptivo' iba a pescar, me dejaba sola en casa sin comida. Me regañaba y me insultaba constantemente. También me acosaba. Fueron momentos de miedo. Estaba aterrorizada y nunca hablé con nadie sobre el abuso. Un día cometí el error de buscar la ayuda de un vecino, pero este simple gesto volvió loco a mi padre adoptivo. Él me castigó severamente".

Afortunadamente, alguien le contó a mi madre sobre la situación, y me llevó consigo. Pero la situación económica era precaria y Mawufemor había perdido toda esperanza para el futuro, porque la posibilidad de que volviera a trabajar como empleada doméstica para llegar a fin de mes era cada vez más difícil. Hasta que un día, la madre llegó feliz a casa, diciendo que había un grupo de personas que se encargaban de recuperar a las personas que trabajaban en forma precaria y esclavitud en el lago Volta. Ese lugar era el centro salesiano. Mawufemor no había oído hablar de ese lugar y fue a regañadientes allí. Y, sin embargo...

"Inmediatamente me sentí amada y bien recibida. Las reuniones a las que asistí me ayudaron a recuperar mi autoestima. Hoy puedo decir con seguridad que quiero aprender lo más posible y estoy más que dispuesta a ayudar a los más pequeños en el centro. Soy feliz y creo en el futuro", concluye Mawufemor.

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