Acompañado por el P. Leonardo Mancini, Superior de la ICP, el P. Attard explicó el motivo de su elección, destacando su estilo de liderazgo pastoral e inclusivo. Reflexionando sobre esta decisión, dijo: “Tan pronto como fui elegido, tuve esta idea: la primera Misa será con los miembros del Capítulo General. Es justo que así sea. Pero la segunda Misa, después de hablar con mi Vicario, el P. Stefano, dije que me gustaría celebrarla con los hermanos mayores, que han dedicado toda su vida a la Congregación.”
Reconocer la contribución de los Salesianos ancianos
Para el P. Attard, esta decisión no solo fue un gesto de gratitud, sino también una declaración profunda sobre el valor indispensable de los hermanos ancianos y enfermos en la misión salesiana. Subrayó que su papel no se reduce debido a la edad o a las limitaciones físicas. Por el contrario, su testimonio, oración y sentido de pertenencia siguen siendo una parte integral de la vida y la misión de la Congregación Salesiana.
El P. Attard afirmó: “Estas personas, de alguna manera, prepararon el ‘ayer’ para lo que estamos viviendo ‘hoy’. Normalmente, nos limitamos a agradecerles. Creo que agradecerles es muy importante, es indispensable. Pero también es muy importante tener signos de cercanía, signos donde el rol institucional los considere no como alguien más, sino como una parte integral de nuestra misión salesiana.”
Las palabras del P. Attard reflejan una visión de liderazgo basada en la empatía y la inclusión. Recordó a la Congregación que cuidar de los hermanos ancianos es un aspecto esencial de la espiritualidad salesiana auténtica. Estableció un vínculo entre la atención prestada a los jóvenes y el cuidado mostrado hacia los miembros ancianos de la comunidad, sugiriendo que no pueden existir por separado: “Envejecer no significa volverse inútil. Debemos mirar a nuestros hermanos, especialmente a los mayores, con el mismo entusiasmo con el que miramos a los jóvenes. Porque si no tenemos empatía, cuidado y atención por nuestros hermanos mayores, me pregunto si nuestro cuidado, empatía y atención por los jóvenes tienen un significado diferente, una motivación diferente de la verdaderamente pastoral. Cuando realmente nos preocupamos por los jóvenes, nos preocupamos por todos, especialmente por los hermanos que, después de trabajar en el campo del Señor, ya no pueden realizar ningún trabajo, pero siguen siendo extremadamente importantes.”
La oración como “central eléctrica” de la misión salesiana
Durante su breve reflexión en la homilía, el P. Attard ofreció una imagen poderosa para ilustrar el papel continuo de los Salesianos ancianos en la misión: “Nuestras enfermerías son como centrales eléctricas: centrales de oración, de conexión con el Señor. Su oración conecta nuestra misión directamente con Don Bosco, tal como él expresó su misión conectada con el Señor.”
Afirmó que los Salesianos ancianos, a través de su presencia vulnerable pero profundamente orante, siguen siendo protagonistas de la misión salesiana. Sus oraciones y su ejemplo de fe son vitales para sostener el trabajo de la Congregación, al igual que una central eléctrica alimenta el territorio que la rodea.
Una mañana de gratitud y oración
La experiencia de celebrar la Misa con los Salesianos ancianos conmovió profundamente al P. Attard, quien expresó su alegría y satisfacción por pasar la mañana con los hermanos que dedicaron sus vidas a la misión salesiana: “Me sentí tan contento de haber podido pasar un tiempo durante la mañana con ellos, rezar con ellos y por ellos.”
Actualmente, la enfermería de la ICP, llamada “Beato Felipe Rinaldi”, alberga a 14 hermanos. Estos Salesianos, que han dedicado sus vidas a vivir y difundir el carisma de Don Bosco, siguen desempeñando un papel vital en la vida de la Congregación a través de su oración, presencia y ejemplo duradero de fidelidad salesiana.
Un testimonio del espíritu de la Familia Salesiana
La decisión del P. Fabio Attard de celebrar su segunda Misa como Rector Mayor con los hermanos ancianos y enfermos es un testimonio de su enfoque pastoral e inclusivo del liderazgo. Refleja su compromiso de honrar a cada miembro de la Familia Salesiana, independientemente de su edad o capacidad física, y subraya el valor fundamental salesiano de la comunidad y el cuidado mutuo. Este gesto simbólico está enraizado en la gratitud, la empatía y una profunda conexión con la misión salesiana como una familia unida en la fe, el servicio y el amor.