El Papa Francisco siempre recuerda que los obispos deben compartir la vida, los sueños y las luchas de su pueblo. Esta fue la vida de Mons. Antonio Possamai. Nacido el 5 de abril de 1929, en la ciudad de Ascurra, conoció a los salesianos de Don Bosco desde muy temprana edad. Hizo su primera profesión religiosa el 31 de enero de 1948 y fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1957. Fue Vicario Inspectorial en la Inspectoría Brasil-Porto Alegre (1963-1975) e Inspector para la Inspectoría Brasil-Recife (1976- 1982).
Fue nombrado y ordenado obispo Ji-Paraná en 1983, eligiendo como su lema episcopal la frase: "El Señor me ha ungido para evangelizar a los pobres". Un lema que encarnó con su vida y que le provocó también diversos conflictos y molestias, calumnias y amenazas de muerte.
En su ministerio episcopal, alentó el nacimiento de cientos de comunidades eclesiales de base, promovió el nacimiento de una escuela de fe y política para los laicos y se comprometió a estimular una atención pastoral organizada y dinámica con todos. También ocupó varios cargos en la Conferencia Episcopal Brasileña - Región Norte 1, incluida la de Presidente.
Desde su renuncia por limitación de edad, en 2007, residió en la comunidad "San Juan Bosco" de Porto Velho.
Mons. Frederico (Frederick) Heimler era originario de Unterlammerthal, Alemania, donde nació el 17 de febrero de 1942. Fue ordenado sacerdote el 12 de junio de 1970 y ordenado obispo el 31 de enero de 1999, y su lema episcopal era: "El Espíritu del Señor está por encima de mí, para esto me ungió para evangelizar a los pobres". Primero fue nombrado obispo coadjutor de Umuarama y luego asumió el liderazgo de la diócesis de Cruz Alta el 16 de junio de 2002.
Como obispo, siempre trabajó por la unidad de la Iglesia Católica. En este sentido, sus convicciones, sus posiciones firmes y claras, junto con sus habilidades como educador y administrador acumuladas a lo largo de los años, fueron decisivos para aumentar la atención pastoral y administrativa de la diócesis. El Papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno de la diócesis el 11 de junio de 2014.
La humanidad del tercer obispo de Cruz Alta estuvo marcada por la sencillez, la humildad y el trabajo intenso.
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