La “Positio” tuvo como relator al P. Zdzislaw Kijas, OFM Conv., y como Postulador al P. Pierluigi Cameroni y como colaboradores ala Dra. María Ludovica Zanet, el P. Jan Ihnát, SDB y el P. Petr Zelinka, SDB. Los elementos estructurales de la “Positio” que se presenta en modo articulado y minuciosamente todas las pruebas documentales y testimoniales, con respecto a la vida virtuosa del Siervo de Dios son: una breve presentación por parte del Relator, la “Informatio super virtutibus” o sea la parte teológica en la que se demuestra la vida virtuosa del Siervo de Dios, los dos Summarium con las pruebas testificales y documentales, y la “Biographia ex Documentis”. Después de la entrega, la “Positio” será examinada por los Consultores históricos de la Congregación para las Causas de los Santos.
El Siervo de Dios P. Ignazio Stuchlý nació en Bolesław, en la antigua Silesia prusiana, el 14 de diciembre de 1869, en una gran familia de campesinos. Desde muy joven fue un hombre de compromiso, tenaz y firme en la esperanza. Es aceptado entre los Salesianos en 1894. Llegó a Turín el 8 de septiembre, y vive las etapas de desarrollo de la formación en Valsalice e Ivrea y de esta manera se forma en contacto con grandes Salesianos de la primera generación.
Inicialmente fue destinado a las misiones, pero por orden del P. Miguel Rúa, el Siervo de Dios permanece en Italia y se prepara para apoyar el crecimiento de las obras salesianas en territorios eslavos. Estuvo en Gorizia (1897-1910); pasó a Eslovenia, entre Liubliana y Verzej hasta 1924; posteriormente de 1925 a 1927 estuvo en Perosa Argentina, donde formó las nuevas vocaciones para que ingresen en la Congregación Salesiana.
En 1927 regresó a su patria a Fryšták, ocupó cargos de gobierno, incluyendo la Inspectoría desde 1935. Después de las consecuencias a mayor escala de la guerra de los Balcanes y la Primera Guerra Mundial, afrontó tanto la Segunda Guerra Mundial como la propagación del totalitarismo comunista. En ambas situaciones las obras salesianas fueron requisadas, los salesianos enrolados a los ejércitos y dispersados, y de repente vio destruida la obra que había consagrado toda su vida.
Cuarenta días antes de la fatídica “Noche de los bárbaros”, en marzo de 1950, sufre una apoplejía. Muere amado por sus hermanos y en fama de santidad. Murió pacíficamente en la noche del 17 de enero de 1953. Ecónomo, subdirector, director, inspector, el Siervo de Dios había ocupado puestos de responsabilidad durante gran parte de su vida. Como el Beato Don Rúa, asumió que era el ejemplo y se consideraba una “regla viviente”, un testigo efectivo del espíritu de Don Bosco y capaz de transmitirlo a las siguientes generaciones.
Un hombre que ha vivido en diferentes situaciones geográficas, lingüísticas y culturales (como las de Moravia, Bohemia, Eslovaquia, Polonia, Eslovenia, Italia), incluso en las zonas fronterizas; el Siervo de Dios es hoy un hombre de paz, de unidad y de reconciliación entre todos los pueblos.
