Después de la aceptación formal del cargo y de la solemne profesión de fe, entre ambos se dio un largo abrazo, durante el cual podemos imaginar que se intercambiaron fraternalmente palabras de promesa y gratitud por un rol que los verá trabajar codo a codo durante los próximos seis años.
Quien guió la disposición de los doscientos veinte miembros del CG29 hacia una elección profundamente inspirada por el Espíritu fue el padre Amedeo Cencini, sacerdote canosiano, que desde el domingo viene conduciendo unos verdaderos ejercicios espirituales para ayudar a los presentes a adoptar la actitud adecuada. Se trató y se tratará de afrontar el delicado paso de identificar quién, entre los dos mil setecientos un potenciales candidatos (todos los salesianos sacerdotes que se encuentran en condiciones canónicas de ser llamados a la animación y gobierno de toda la Congregación), corresponde mejor al perfil delineado por los mismos capitulares.
Fueron las seis Comisiones en las que se dividieron en las últimas semanas los inspectores y delegados de todo el mundo, las que establecieron los tres ejes fundamentales para llegar a las votaciones en asamblea: delimitar cuáles son las expectativas respecto de las figuras del Rector Mayor y su vicario; cuáles son los perfiles concretos de quienes pueden desempeñar tales funciones; explicitar las propuestas de nombres para vislumbrar las posibles “convergencias”.
Precisamente de convergencia, más que de “mayoría”, habló con claridad el padre Cencini, explicando que en estos casos debe usarse ese término. Las reglas que se dan los miembros de una familia religiosa para seleccionar a los hermanos a quienes confiar su camino espiritual y operativo, y a quienes pedir el máximo esfuerzo en la realización del carisma, no son las típicamente “asamblearias”, sino “sinodales”. Y los capitulares del CG29 se entrenaron bien en este método ya en las semanas anteriores, cuando debieron definir las respuestas al conjunto de temas surgidos en los capítulos inspectoriales, compartirlos y transformarlos en compromisos de acción para el futuro próximo.
En la mañana del miércoles 26 de marzo, el padre Cencini resumió las distintas necesidades expresadas por las Comisiones, con el aliento que surgió precisamente de la primera elección, la del Rector Mayor. Compartió el "gracias por la acogida, por la simpatía, por la fraternidad brindada ayer. Se sostuvieron mutuamente con la oración abierta al Espíritu. Se encontraron en el Cenáculo de un Pentecostés para vivir y compartir”.
El perfil personal al que debe corresponder la persona que asume el cargo de vicario contempla un carácter "sereno, discreto, acogedor, capaz de escuchar, humilde y equilibrado": una idealidad que a primera vista puede parecer difícil de alcanzar, pero que "con una vida espiritual profunda, con la espiritualidad de Don Bosco, puede realizarse", subrayó. Expresando también la convicción de que este perfil, en el fondo, es el que se exige a cualquier salesiano con tareas de dirección, como los mismos inspectores que componen el Capítulo: "es una especie de autodefinición", observó de forma alentadora y a la vez responsabilizadora hacia todos.
Tras una breve consulta y una pausa de distensión, los capitulares se reencontraron a media mañana para confiar de nuevo al padre Martoglio la responsabilidad, que él expresó con precisión también durante el periodo de presidencia de este CG29 – presidencia que ahora volvió a la oficina del Rector Mayor, en la persona del padre Attard.
Concluido este momento, los participantes se reunieron durante el resto de la jornada en las comisiones, esta vez constituidas según la división por regiones. Su tarea fue definir las expectativas y el perfil para la elección del consejero general para la Formación y del consejero para la Pastoral Juvenil.
