La ceremonia se desarrolló en el espíritu salesiano que caracteriza estas celebraciones, contando con la presencia de diversas personalidades, empezando por el cardenal Ángel Fernández Artime, pro-prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, quien como Rector Mayor decidió el inicio de las obras; el vicario del Rector Mayor, padre Stefano Martoglio, actualmente al frente de la congregación; el Consejo General salesiano al completo; el padre Luca Barone, representante legal de la obra Sagrado Corazón de Jesús, y el jefe de obra, ingeniero Francesco Miotto.
En los discursos oficiales, realizados en una de las nuevas salas interiores construidas durante la restauración y moderados por el salesiano padre Francisco Cervantes, intervino primero el cardenal Á.F. Artime, quien agradeció a todas las partes implicadas en los tres años de trabajos, mencionando específicamente a los benefactores, al salesiano coadjutor Giampietro Pettenon, encargado por el Rector Mayor de supervisar las obras, a las empresas técnicas y su personal, y a los salesianos y colaboradores que aceptaron el traslado desde la antigua Casa Generalicia. Luego, destacando el valor de la renovada obra salesiana, elogió la ubicación y la nueva configuración del edificio, calificándolo como “un espacio excelente, el mejor de Roma”, y declaró con firmeza: “Si Dios quiere y seguimos siendo los salesianos que el Señor desea que seamos, esta será nuestra casa durante los próximos cien años, con otros salesianos, ciertamente, pero siempre para los jóvenes y las personas necesitadas”.
A continuación, intervino el hermano Jean Paul Muller, ecónomo general de la Congregación Salesiana, quien observó cómo la sociedad actual se vuelve cada vez más compleja y polarizada, con grandes desigualdades en riqueza y bienestar. Habló sobre el impacto de la inteligencia artificial y las incertidumbres del futuro, pero afirmó algunas certezas salesianas: “El mundo puede cambiar, pero nuestros valores fundamentales no: la caridad, la misericordia, la apertura, la honestidad… Estos principios fundamentales permanecen inmutables. Nuestra cultura es de vida, para los jóvenes y con los jóvenes, ayer, hoy y mañana. Y este proyecto es un ejemplo concreto de lo que representa nuestra cultura”.
El ecónomo recordó las dificultades del traslado desde la antigua Casa Generalicia, que resultaron ser una oportunidad para redescubrir la fraternidad en la comunidad y regresar a un lugar histórico y significativo en la experiencia romana de Don Bosco. “Este lugar no es la sede de una multinacional, sino un centro comprometido con mejorar el mundo: aquí se realiza advocacy por los jóvenes en todas las circunstancias y se trabaja para garantizar que todos los miembros de la familia salesiana permanezcan fieles a sí mismos y a Dios. En esta sede llegan informaciones de todo el mundo, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Aquí se toman decisiones cruciales: desde la formación de sacerdotes y hermanos religiosos del futuro, hasta la acogida de nuevos miembros en el orden, el desarrollo de escuelas, el trabajo con niños de la calle y la asistencia a minorías. Aquí se debaten subvenciones para proyectos pastorales, sociales y económicos. Aquí vive, reza y trabaja el sucesor de Don Bosco. A partir del 25 de marzo tendremos al undécimo sucesor, el nuevo Rector Mayor, que guiará esta congregación y sostendrá la vocación de la familia salesiana”.
Finalmente, agradeció también a las empresas implicadas por completar los trabajos en tiempo récord. “Cuando les cuento a mis compatriotas en Bonn que hemos logrado hacer todo esto en tan solo tres años, no me creen. ¡Gracias a todos ustedes!”.
El padre Barone presentó algunos detalles técnicos de los trabajos de restauración, subrayando la sostenibilidad alcanzada por la nueva estructura y destacando la magnitud de las obras: además de la recuperación del antiguo teatro y la creación del Museo Don Bosco, se construyeron un aula magna, dos nuevas capillas y cinco salas de reuniones.
Por su parte, el ingeniero Miotto, jefe de obra de un proyecto que involucró a catorce empresas, se describió como un entrenador encargado de elegir a los jugadores para este gran campeonato. “Los jugadores son las empresas participantes, pero aquí represento también a veinte profesionales, sin los cuales no podría trabajar: porque nunca se gana solo”. Además, destacó el ambiente de acogida que experimentaron los trabajadores. “Comieron aquí y vivieron en estos espacios en un clima de fraternidad. No se trató de una simple relación contractual. Y esta hospitalidad hacia las empresas dentro de la obra permitió trabajar de manera ágil”.
Finalmente, todos los presentes salieron al exterior y se dirigieron al patio con pórticos de la casa salesiana. Allí, el vicario del Rector Mayor, padre Martoglio, pronunció un breve mensaje, renovando los agradecimientos y procediendo a la bendición. “En esta creación hay tres años de vida de todos. Demos gracias a Dios porque todo ha salido bien. Y, como siempre decía Don Bosco, ‘el Señor les recompense por esto’”.
La ceremonia concluyó con el descubrimiento de una placa conmemorativa en el patio de la obra Sagrado Corazón de Jesús, guiado por el cardenal Á.F. Artime y el hermano Muller.