Biografía. José Allamano nació en 1851 en Castelnuovo d'Asti, el mismo pueblo de San Juan Bosco, quien fue su director espiritual durante su infancia y adolescencia en el Oratorio Salesiano de Valdocco. Ordenado sacerdote en 1873, aceptó posteriormente, por obediencia, el cargo de Rector del Santuario de la Consolata, que nadie quería debido a la antigua construcción ya en ruinas y la difícil situación del internado para la preparación de los jóvenes sacerdotes. Se esforzó con todos los medios para que la Consolata volviera a ser un centro espiritual para la ciudad de Turín. También se interesó por los problemas de los obreros y se convirtió en un pionero de la prensa católica.
Atraído desde joven por el ideal misionero, concibió con extrema claridad la misión ad gentes como la máxima realización de la vocación sacerdotal y por eso dio vida, en 1901, al Instituto Misioneros de la Consolata. Percibida luego la urgencia de mujeres consagradas a tiempo completo a la causa de la evangelización, fundó, nueve años más tarde, el Instituto Misioneras de la Consolata. Murió el 16 de febrero de 1926. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 7 de octubre de 1990.
El milagro atribuido a la intercesión del Beato José Allamano ocurrió en la selva amazónica brasileña, en el Estado de Roraima, donde Sorino, un hombre de la etnia Yanomami, fue atacado por un jaguar que lo hirió gravemente en la cabeza, abriéndole el cráneo; era el 7 de febrero de 1996, primer día de la novena del Beato José Allamano. Transportado al hospital de Boa Vista, cuidado por las Misioneras de la Consolata, que no cesaban de pedir su curación por intercesión del Padre Fundador, Sorino recuperó milagrosamente la salud en pocos meses, y aún vive en su comunidad indígena.
José Allamano y Don Bosco. Durante el proceso para la canonización de Don Bosco, el Padre Allamano afirmó haber encontrado y hablado con Don Bosco ya en Castelnuovo, cuando era joven. El verdadero encuentro, sin embargo, ocurrió en Valdocco, en 1862, cuando Allamano ingresó al Oratorio, junto a su hermano Natale, acompañado por su tío, el Padre Giovanni Allamano. No conocemos nada del primer encuentro entre Don Bosco y Allamano, pero se sabe con certeza que entre ellos, desde entonces, comenzó a establecerse una buena relación: “El Venerable Don Bosco era amado por todos por su bondad, y de todos recibía señales de reverencia y afecto. Su sistema era atraer los corazones, y no conocí a nadie que se quejara de él”.
De Don Bosco, como es obvio teniendo en cuenta su exquisito arte pedagógico, Allamano también fue ayudado y alentado en el camino de la formación: “Que yo haya tenido y tenga especial afecto y devoción por el Venerable, por el bien que me hizo en mi primera educación, y por haber sido en ese tiempo mi confesor regular, es verdad”. El joven Allamano también fue reprendido por Don Bosco cuando el 19 de agosto de 1866 dejó Valdocco sin despedirse: “Me la has hecho grande… ¡Te has ido sin saludarme!”. Allamano siempre conservó un recuerdo positivo de Don Bosco, educador y fundador, junto con la admiración por lo que hacían los salesianos. Aquí una de sus confidencias espontáneas hacia el final de su vida: “Me he preguntado muchas veces cuál es el motivo por el cual el Señor ha bendecido y bendice a los salesianos de manera tan extraordinaria; y pienso que uno de los motivos, sino el principal, es que ellos respetaron a Don Bosco. Lo respetaron en vida y lo respetaron después de muerto. Yo soy testigo de esto, y recuerdo cómo en mis tiempos en el Oratorio se ejecutaban las voluntades y los deseos de Don Bosco. Por eso el Señor los ha bendecido y los bendice”.
