El viernes 7 de junio, en la iglesia de San Bernardino, hubo un intenso momento de oración y adoración animado por Monseñor Gaetano Fontana, Vicario General de la Diócesis de Brescia y gran devoto del Padre Galli.
El sábado 8, tuvo lugar la intervención del Padre Pierluigi Cameroni, Postulador de las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, sobre el tema: “El milagro en los procesos de canonización”. El Padre Cameroni, hablando del examen científico y teológico, subrayó cómo “los milagros son signos de salvación. A veces, los milagros son realizados por Dios a través de la intercesión de candidatos al honor de los altares. En estos casos, entre los fines secundarios está el de ofrecer a la Iglesia la confirmación divina para el reconocimiento de la santidad de un cristiano”.
Además, presentó algunos casos seguidos por la Postulación salesiana relativos a la canonización del Beato Artémides Zatti y la Beatificación de Camille Costa de Beauregard. Siguió el testimonio de Fabrizia Perrachon, autora del libro “Si el grano de trigo. Historia verdadera de esperanza más allá de la muerte prenatal” de los niños no nacidos, sobre la importancia de darles un nombre y de la Providencia que siempre nos acompaña, incluso en las pruebas más dolorosas. La redacción del texto fue motivada por la gracia recibida por intercesión del Padre Silvio Galli.
El acompañamiento musical de la noche, muy apreciado, fue realizado por “Armonie in pizzico”, grupo instrumental que incluye mandolinas, mandolas, mandoloncello, guitarras y violonchelo.
El domingo 9, a las 17:30, en el Instituto salesiano, se celebró la Misa, presidida por el Padre Roberto Dal Molin, Superior de la Inspectoría Lombardo-Emiliana, quien, inspirándose en la liturgia de la Palabra del décimo domingo del Tiempo Ordinario, destacó: “El Padre Silvio Galli vio en la vida de tantos hombres y mujeres las heridas que provoca el ceder al mal, el escuchar al Maligno. Su oración estaba fuertemente caracterizada por el deseo de estar siempre unido al Señor para ser intermediario de Su Gracia de bien; su vida de penitencia se interpretaba como un total compromiso de sí mismo para ‘ponerse en medio’ entre el mal y el alma arrepentida, poniendo un freno a la propagación del ‘daño’; el sacramento de la Reconciliación al que dedicó tantas energías nacía de la convicción de que es posible vivir una auténtica ‘reparación’ que dona nueva vida y frena las desviaciones de una vida desordenada. A través de su mansedumbre, unida a la firmeza, nos mostró cómo la muerte, el dolor y el desaliento no tienen la última palabra; el Señor Resucitado se puede encontrar también hoy y a través de la mediación sacramental, obra eficazmente en nosotros para nuestra salvación”.
Además, el salesiano observó: “Es posible tomar distancia del mal; aunque parezca que gane en lo inmediato, a pesar de las víctimas, porque no tiene la última palabra; la esperanza está arraigada en Cristo, nuestro Salvador. Reafirmamos hoy que no hay mayor alegría que ser parte del linaje de María, seguir a María, amar a María, invocar a María, orar a la Virgen María. También en esto el Padre Silvio fue nuestro maestro. La Eucaristía es la cima de la participación en la vida divina del Hijo, que sacrificó su vida por nosotros; es posible también hoy obtener los beneficios del sacrificio de Jesús, que en la cruz perdonó nuestros pecados”.
La celebración fue animada por el grupo musical “Amigos del Padre Galli”, dirigidos por la Maestra María Baglioni.
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