En Sake, los enfrentamientos se han acercado, las bombas han caído sobre la ciudad, se escuchan disparos. Sake se encuentra a veintisiete kilómetros de la ciudad de Goma, en el territorio de Masisi. Los líderes tradicionales y los habitantes de esta zona están profundamente desolados: afirman que más de tres mil  familias han abandonado sus hogares y trabajos desde hace cuatro días. Vagan sin un lugar fijo. No tienen ni agua ni comida. Debido a las malas condiciones higiénicas, el cólera está afectando a algunas personas y representa un riesgo para todos, aunque hasta ahora la presencia del personal de Médicos Sin Fronteras ha permitido controlar la situación.

“A lo largo del camino de Sake a Goma, hacia Mugunga, vemos niños, jóvenes y ancianos, sentados, cansados, sin saber a dónde ir. Eran desplazados que antes se habían establecido en Sake; ahora, debido a los enfrentamientos que se acercan, se han visto obligados a abandonar Sake y dirigirse hacia Goma. Por lo tanto, este es un segundo éxodo para los desplazados”, testimonia Pascal Bauma, de la Oficina de Proyectos de los Salesianos de Goma.

La nueva emergencia se suma a todas las anteriores. Por lo tanto, ahora no hay espacio en los campos de refugiados y los desplazados deben encontrar otras alternativas.

“Aún no podemos estimar el número de personas que se han desplazado de Sake a Goma, después de todo, el éxodo aún está en curso y es un fenómeno masivo”, continúa el señor Bauma. Miles de familias han sido obligadas a huir. Algunos se han quedado en Shasha y en Sake porque temían vivir como desplazados; otros se han quedado en Mugunga esperando que la situación mejore para poder regresar rápidamente a casa”.

Esta difícil y dolorosa situación se ha visto agravada por la proximidad de los combates. Afortunadamente, no se ha informado de pérdidas humanas, lo cual es un misterio de la Providencia. Pero las bombas parecen seguir el camino de los desplazados.

En Goma, la situación anómala y las difíciles condiciones de vida de los desplazados se han convertido, en la norma, en una realidad permanente. Pero ahora, todas las vías que abastecían a la ciudad de alimentos y otras provisiones ya no son accesibles: si las cosas no cambian, se vislumbra una grave hambruna para los habitantes de Goma. Ya se percibe la escasez de ciertos alimentos y la población vive en una extrema psicosis; no se preocupa por los desplazados, pero se está preparando ante el riesgo de que la ciudad caiga en manos de los rebeldes.

Entre otras organizaciones, también los Salesianos de Don Bosco, organizados dentro de la Delegación Salesiana Este de la Inspectoría de África Central, están junto a los desplazados, presentes en diferentes campos, e intervienen en varios niveles. Inicialmente, intentaron colaborar con la parroquia local para apoyar a la población acogida en el campo de refugiados de Kanyaruchinya. Luego, la progresiva saturación de los campos equipados en la zona llevó a los desplazados a crear otros campos de refugiados, entre ellos los que surgieron en los terrenos de las obras salesianas “Don Bosco-Ngangi”, que actualmente alberga a más de tres mil quinientas familias, y el de “Don Bosco Shasha”, donde hasta hace poco estaban reunidas mil familias, pero que ahora se ha vaciado dado que las milicias rebeldes han llegado hasta allí.

Los salesianos ayudan a los desplazados realizando frecuentes distribuciones de alimentos y otros suministros, ya que los desplazados dependen principalmente de la ayuda humanitaria. En particular, es fundamental la distribución de papillas de maíz, soya, sorgo a los niños de los desplazados, a la espera de una posible comida por la noche. Otros niños se benefician de alguna manera de otros tipos de apoyo, como juegos, comidas calientes, escuela y atención médica.

Los salesianos activos en Goma desean mejorar aún más su servicio, para así abordar la situación de emergencia. En sus proyectos se incluye un dispensario externo en Ngangi; la activación de trayectos escolares adaptados para los niños desplazados, cuya educación se verá comprometida de otro modo; iniciativas similares de formación profesional para los jóvenes más mayores; la formación de asistentes sociales para acompañar a los menores solos; y el apoyo económico a las familias para poder emprender pequeñas actividades generadoras de ingresos.

Pero para una solución a largo plazo de las dificultades que miles y miles de familias han estado enfrentando durante años en el Este del Congo, se necesita una intervención decidida y real de la comunidad internacional. En este sentido, se debe acoger con satisfacción la labor de sensibilización que también personalidades y deportistas famosos –como los “Leopardos” del Equipo Nacional de Fútbol de la República Democrática del Congo– realizaron durante la última edición de la Copa de África, para recordar que en la indiferencia de muchos en el Este del Congo hay quienes siguen matando. “No hay vidas más importantes que otras” expresó en las redes sociales el defensor del Paris Saint-Germain, Presnel Kimpembe, francés de origen congoleño.

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