El domingo comenzó con una procesión en homenaje a Zatti por las calles del municipio. Llegados a la meta, la Basílica de San Marcos, comenzó la celebración eucarística, presidida por el Décimo Sucesor de Don Bosco, en presencia de numerosas autoridades civiles, religiosas y salesianas - entre estas últimas, la presencia del Inspector de la ILE, Padre Roberto dal Molin, acompañado por los Directores de su Inspectoría, y de las Inspectoras de las Hijas de María Auxiliadora de Lombardía y de Italia Emilia, Liguria y Toscana, Sor Stefania Saccuman y Sor Elide Degiovanni respectivamente.
Antes de la celebración, el párroco y responsable de la unidad pastoral local, Padre Giancarlo Minotta, subrayó que los santos no son figuras de museo de cera, sino que siguen caminando hoy junto a la humanidad, y señaló que saber que en las filas de los santos hay también un enfermero especializado en la asistencia material y espiritual a los más pobres es un recurso poderoso. Por eso, invitó a la gente a darse cuenta de que tienen a estos intercesores presentes y cerca, con la esperanza de que incluso en los lugares donde nació Zatti se alcance al menos un poco de la popularidad y devoción que se le tributa en la que fue su patria adoptiva, Argentina.
A continuación, intervino también el Vicario General de la Arquidiócesis de Reggio Emilia-Guastalla, Monseñor Giovanni Rossi, quien, en representación del Arzobispo, Monseñor Giacomo Morandi, elogió el ejemplo ofrecido por Zatti al vivir el "Da mihi animas" salesiano, y expresó la alegría de la Arquidiócesis por tener, a través de Zatti, una "gran alegría y una invitación a la conversión", una manifestación de "santidad en casa". Y, tras expresar la gratitud de la Arquidiócesis a la comunidad salesiana por su obra educativa, concluyó: "gracias a nuestro querido San Artémides, también nosotros, Reggiani-Guastallesi, nos sentimos aún más cercanos a los Hijos de Don Bosco esparcidos por el mundo".
Luego, durante la homilía, el Rector Mayor explicó el significado de la santidad, aclarando que a través de la beatificación y la canonización, la Iglesia ofrece a sus fieles modelos de vida cristiana: "personas de carne y hueso que han sido extraordinarias en la vivencia de la fe, en el seguimiento de Jesús, en la práctica de la caridad". Relató su experiencia como Inspector de Argentina Sur y su conocimiento directo de los lugares y las actividades de Zatti, invalorables para muchos, pero realizadas con discreción y en la vida cotidiana. Junto a los fieles, repasó el secreto de la fidelidad y el servicio de Zatti: la experiencia de la enfermedad y la curación a manos de María, con la consiguiente promesa que le comprometió para el resto de su vida. También estableció una comparación entre el servicio de Zatti y la página evangélica dedicada a la figura del Buen Samaritano.
La celebración concluyó con un último gesto significativo: el Rector Mayor entregó a la comunidad de Boretto una copia de la "Lettera Decretale" de la canonización de Zatti, es decir, el documento papal oficial que atestigua su canonización.
El punto culminante de la jornada se alcanzó finalmente con la entrega de la ciudadanía honoraria al Rector Mayor por parte del alcalde de Boretto, Matteo Benassi. "Hoy es una fiesta para nuestra comunidad, no solo cristiana sino también civil", comenzó el Primer Ciudadano, enumerando a continuación los numerosos motivos de la celebración. Luego, especificó: "La concesión de la ciudadanía honoraria al Cardenal Padre Ángel Fernández Artime quiere ser un reconocimiento al Rector Mayor de los Salesianos en continuidad con sus predecesores, que siempre han estado cerca de nuestra comunidad, empezando por el Cardenal, cercanos a nuestra comunidad, comenzando por el fallecido Padre Juan Vecchi, también de origen borettese. Pero, también quiere ser un signo de participación y amistad hacia todo el mundo salesiano: la ciudadanía al Rector Mayor quiere significar que todo salesiano que venga a Boretto será considerado ciudadano, amigo y hermano de nuestra comunidad". Y también él evocó, desde la perspectiva de un laico, la importancia de celebrar a una persona que combinaba competencia y pasión, que acogía al prójimo y lo respetaba, que curaba incluso cuando no podía curar, que sabía que una sonrisa es una medicina, y que mientras vendaba las heridas del cuerpo no descuidaba las del alma. "¡Qué bonito sería que todos nos tratáramos con la delicadeza que tenía Zatti!", terminó, antes de entregar oficialmente al Rector Mayor la placa que le confería la ciudadanía de honor.
La jornada de festejos se completó por la tarde con una nueva edición del evento "Color Zatti", una divertida catequesis itinerante -con sketches, música y colores en las camisetas y rostros de los participantes- por los lugares donde Artémides Zatti nació y creció, se hizo cristiano y vivió la miseria que lo vio como trabajador precoz y que luego llevó a su familia a emigrar a Bahía Blanca.