Con el tema "¿Dónde están los jóvenes? Venid y veréis”, el principal objetivo del encuentro fue identificar e interpretar los actuales escenarios y llamamientos juveniles para fortalecer la identidad salesiana, con el fin de profundizar en la comprensión del carisma salesiano en la presencia y acción de la RSB.
Entre otros ponentes, el P. Miguel Ángel García, Consejero SDB para la Pastoral Juvenil, tuvo tres intervenciones. Al inicio, recordó que el lugar del encuentro no era indiferente. “Aquí se respira el espíritu del 2007, cuando se abrieron dos grandes ventanas para la Iglesia en América Latina. En aquella V Conferencia del episcopado en Aparecida se dijo que el mejor patrimonio de la cultura latinoamericana es la fe en Dios-Amor, y aquí podemos repetir que la mayor herencia de la espiritualidad salesiana es transmitir a los jóvenes la fe en un Dios providente que nos ama. La segunda gran idea de Aparecida fue una propuesta continental por la que hemos de llegar a todos, con todas nuestras fuerzas y todos nuestros recursos; aquí lo traducimos con una expresión muy salesiana, “la caridad pastoral”, que nace del corazón del Buen Pastor".
En la ponencia de primer día, presentó el documento "Una Pastoral Juvenil que educa al amor", con especial atención al último capítulo sobre los diez criterios educativos. Después hubo una largo dialogo con la asamblea.
El tercer día del encuentro comenzó con la celebración Eucarística, presidida por el P. Miguel Ángel. “En la fiesta de Caná de Galilea, dijo, se nos recuerda que la felicidad para el cristiano es una cosa seria: para ser feliz basta un día de fiesta, para dos un viaje, para tres una casa con jardín. Para toda la vida se necesita un propósito: el Señor Jesús. Este es el corazón de nuestro trabajo pastoral. Cristo es a veces la última llave del manojo para abrir la puerta del corazón del joven. No. Él es la llave principal. Porque, cuando se trata de la felicidad de los jóvenes, Cristo es el primero en levantar la copa. Para llenarla, cuando es necesario. No es el pan lo que falta, sino el vino, que no es indispensable, un extra inútil, salvo para la fiesta o la calidad de vida. El amor feliz de nuestros jóvenes está siempre amenazado, “no tienen más vino”, es la experiencia que todos ellos viven cuando mil dudas les asaltan, y los amores se quedan sin alegría, los hogares sin fiesta, la fe sin impulso. Por eso, Jesús quiere entrar en la vida de nuestros jóvenes y llenar su vacío”.
