He aquí cómo cuentan sus historias:
Me llamo Battulga y tengo veintiséis años. Llegué al Centro Don Bosco en 2005, después de vivir dos años en la calle. Fue una experiencia terrible: me enfrenté a muchas dificultades, incluso fui golpeado en varias ocasiones por otros niños de la calle.
Estoy muy agradecido a Dios por haberme enviado a alguien que me trajo al Centro Don Bosco. Dejé de pasar frío, hambre y las dificultades de la vida en la calle. Aprendimos a plantar hortalizas, a alimentar al ganado y otras tareas prácticas. Después del noveno curso, fui a la Escuela Técnica Don Bosco a estudiar hidráulica. Durante mi formación laboral trabajé con una de las mayores empresas de la ciudad, que quedó tan satisfecha con mi trabajo que me ofreció un empleo.
Durante mi estancia en el centro, de 2005 a 2014, aprendí mucho sobre disciplina, ética del trabajo, puntualidad y también... a cocinar. Me encantaba cocinar y a menudo preparaba comidas para los niños los fines de semana: ahora soy cocinera profesional. A veces pienso que si hubiera ido a otro centro, no me habría dado cuenta de todo el valor de la vida, ¡cómo lo hice en el Don Bosco! Espero que muchos otros niños tengan las mismas oportunidades que tuve.
Me llamo Yanjinpagam. Soy profesora de costura en la escuela Don Bosco. A los cinco años, mi salud se deterioró, mi espalda empezó a redondearse y a perder movilidad, mis piernas se paralizaron; no podía hablar ni ponerme de pie. Estuve siete años en cama; luego, a los doce años, gracias a una operación, recuperé parcialmente el uso de las piernas, y fui por fin a la escuela por primera vez; a la escuela secundaria y técnica "Don Bosco". Después de graduarme estaba muy preocupado por la discapacidad de mi cuerpo. No sabía qué empresa me contrataría.
Sin embargo, para mi sorpresa, el director de la escuela se me acercó y me pidió que me convirtiera en ayudante de laboratorio con un sueldo muy bueno. Me llené de alegría. Más tarde me ofrecieron una beca para estudiar en una de las universidades de diseño de moda más prestigiosas del país. Trabajé y estudié al mismo tiempo. A día de hoy, trabajo como profesora de costura y ayudo a mi familia. Mi vida ha cambiado para mejor. He sido realmente bendecida. Por desgracia, mi espalda se ha deteriorado debido a la osteoporosis y a una columna vertebral baja. Sin embargo, estoy profundamente agradecida a Dios y Don Bosco por haberme dado la oportunidad de cambiar mi vida. Gracias a todos los bienhechores que han apoyado generosamente la obra de los Salesianos en Mongolia.
Me llamo Usukhbayar. Llegué al Instituto Técnico y Centro Asistencial "Don Bosco" en 2017. Un salesiano de Darkhan me introdujo en el centro de atención después de notar que tenía algunos problemas familiares: mi padre había muerto recientemente y mi madre tenía que cuidar de mí y de todos mis hermanos, nueve en total.
Cuando llegué, echaba de menos mi casa. Ahora que Don Bosco es mi casa, quiero quedarme aquí. Si tengo algún problema, los misioneros salesianos me ayudan a resolverlo: son amables y acogedores. Siempre me siento apoyado por ellos.
Actualmente, estudio mecánica automotriz, pero esto no significa necesariamente que en el futuro me dedique a reparar coches: este curso me forma en la disciplina de trabajo y en la autogestión, además de darme competencias técnicas para mi vida futura. Quiero estudiar en la universidad: de momento estoy decidiendo si matricularme en una carrera de gestión turística o profundizar mis conocimientos de mecánica del automóvil con una ingeniería. Me gustaría dar las gracias a los Salesianos por su apoyo durante todos estos años, y sé que muchas personas también necesitan ayuda. Gracias por las muchas oportunidades que he tenido y que estoy seguro seguiré teniendo.
Para más información, visite: www.missionidonbosco.org
