Comienza citando la frase bíblica de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses: "fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos.
Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos." (1 Tes 2,7-8), indicando que la vida misionera del Siervo de Dios Carlo Crespi Croci estuvo profundamente caracterizada tanto por la bondad amorosa salesiana como por la laboriosidad incansable típica del sistema preventivo de San Juan Bosco, del que fue fiel y apasionado seguidor en la tierra de Ecuador, tanto entre el pueblo shuar como en la ciudad de Cuenca, donde transcurrió gran parte de su larga vida.
Tras trazar brevemente las etapas de la vida del gran misionero, el Decreto resume los pasos que acompañaron la Causa de Beatificación: sobre la base de la fama de santidad, se celebró la instrucción Diocesana en la Curia arzobispal de Cuenca (Ecuador) del 2 de marzo al 7 de diciembre de 2007, cuya validez fue reconocida por el Decreto de 15 de enero de 2010. Una vez elaborada la Positio, fue sometida al examen de los Consultores Teólogos, el 11 de octubre de 2022. La Sesión Ordinaria de los Padres Cardenales y Obispos se celebró el 7 de marzo de 2023.
Conviene recordar que hace precisamente cien años, el 24 de abril de 1923, el joven Carlo Crespi desembarcaba en Ecuador, tierra de su incansable y apasionada frontera misionera. En un escrito posterior recordaba con gran emoción su primera partida hacia las Misiones: "Recuerdo mi partida de Génova, el 22 de marzo de 1923 [...]. Cuando, quitados los puentes que aún nos retenían a nuestra tierra natal, el barco se puso en movimiento, mi alma se impregnó de una alegría tan sobrecogedora, tan sobrehumana, tan inefable, que no la había sentido en ningún momento de mi vida, ni siquiera el día de mi primera Comunión, ni siquiera el día de mi primera Misa. En aquel instante empecé a comprender lo que era el misionero y lo que Dios le tenía reservado [...]. Rezad fervorosamente, para que Dios conserve nuestra santa vocación y nos haga dignos de nuestra santa misión; para que no perezca ninguna de las almas que, en sus eternos designios, Dios ha querido que se salven por medio de nosotros; para que nos haga valientes campeones de la fe, hasta la muerte, hasta el martirio".
La versión oficial del decreto, en italiano, está disponible al final de la página.