"La canonización de Artémides Zatti es un don de gracia -recuerda el Padre Pierluigi Cameroni, Postulador General para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana-: el testimonio de santidad que el Señor nos da a través de este hermano, que vivió su vida con el espíritu de familia típico del carisma salesiano, encarnando la fraternidad hacia sus hermanos y la comunidad salesiana, y la cercanía hacia los pobres y los enfermos y hacia todos los que encontró en su camino, es un acontecimiento de bendición que hay que acoger y hacer fructificar". San Artémides Zatti resulta ser un modelo, intercesor y compañero de vida cristiana, cercano a todos. En efecto, su aventura nos lo presenta como una persona que experimentó el trabajo cotidiano de la existencia, con sus éxitos y sus fracasos. Basta recordar la separación de su país natal para emigrar a Argentina, la enfermedad de la tuberculosis que irrumpió como un huracán en su joven existencia, destrozando todo sueño y toda perspectiva de futuro; ver demolido el hospital que había construido con tantos sacrificios y que se había convertido en santuario del amor misericordioso de Dios. Pero Zatti siempre encontró en el Señor la fuerza para volver a levantarse y continuar su camino".
La simpática figura de Artémides Zatti es una invitación a proponer a los jóvenes la fascinación de la vida consagrada, la radicalidad del seguimiento de Cristo obediente, pobre y casto, la primacía de Dios y del Espíritu, la vida fraterna en comunidad, gastarse totalmente por la misión. La vocación del salesiano coadjutor forma parte de la fisonomía que Don Bosco quiso dar a la Congregación Salesiana. Florece más fácilmente allí donde se promueven vocaciones apostólicas laicales entre los jóvenes y se les ofrece un testimonio alegre y entusiasta de consagración religiosa, como el de Artémides Zatti. El recuerdo se remonta a las palabras pronunciadas por el Papa Francisco durante la audiencia a la Familia Salesiana el día antes de su canonización: "El cuarto y último rasgo que quisiera subrayar: es un intercesor por las vocaciones. Y yo lo he experimentado. Os contaré una experiencia personal. Cuando era Provincial de los jesuitas de Argentina, conocí la historia de Artémides Zatti, leí su biografía y le encomendé la petición al Señor de santas vocaciones a la vida consagrada laical para la Compañía de Jesús. Desde que comenzamos a rezar por su intercesión, el número de jóvenes coadjutores aumentó notablemente y, eran perseverantes y muy comprometidos. Y así he dado testimonio de esta gracia que hemos recibido".
Artémides Zatti: Setenta y un años de vida ante Dios y ante los hombres; una vida entregada con alegría y fidelidad hasta el final, encarnada en lo cotidiano, en las salas de los hospitales, recorriendo en bicicleta las calles de Viedma, en los afanes de la vida concreta para atender demandas y necesidades de todo tipo, viviendo lo cotidiano con espíritu de servicio, con amor y sin aspavientos, sin reclamar nada, con la alegría de dar, abrazando con entusiasmo la vocación de coadjutor salesiano y convirtiéndose en un reflejo luminoso del Señor.