Los jóvenes del programa SMV dedicaron su tiempo a ayudar a los sin techo y a alimentar a más de ochocientas personas que habían sido deportadas de Estados Unidos o intentaban cruzar la frontera. También visitaron un orfanato para niños con SIDA y abandonados por sus padres, pasando tiempo con ellos y alegrándoles el día. La experiencia conmovió tanto a los niños como a los voluntarios, muchos de los cuales pudieron reconocer, por primera vez, el rostro de Cristo en sus "hermanos y hermanas más pequeños".
Además de su servicio con los niños sin hogar y abandonados, los jóvenes estadounidenses también ayudaron a mantener y limpiar dos centros juveniles, ambos situados en las afueras de la ciudad de Tijuana. El primero de los dos centros, el oratorio "Domingo Savio", está situado en una zona disputada entre dos bandas que mantienen tensiones violentas, pero que respetan el centro juvenil. Los jóvenes voluntarios volvieron a pintar, embellecieron y colorearon las paredes del centro y compartieron mensajes de esperanza. El segundo centro, el oratorio "Don Bosco", es la sede de la comunidad salesiana, y acoge a un grupo de ochenta madres y a sus hijosque provienen de diferentes lugares de América Latina, así como una escuela primaria y talleres. Los chicos animaron actividades con los niños, jugaron con ellos y ayudaron a limpiar las habitaciones.
Fue una experiencia que cambió profundamente a los jóvenes voluntarios participantes, uno de los cuales declaró: "Esta experiencia cambió definitivamente mi forma de ver el mundo". Mientras que otro expresó su deseo de servir como misionero durante más tiempo.
El Programa de Voluntariado Misionero Salesiano, de esta manera, no solo marca la diferencia en las vidas de aquellos a quienes sirve, sino que también ayuda a formar una nueva generación de líderes, dotándoles de una perspectiva y una actitud altruista y compasiva, para que puedan provocar un cambio positivo en el mundo.
En un momento en que el mundo parece estar dividido por las fronteras y la política, el programa SMV es un recordatorio de la importancia de llegar directamente a los necesitados, vengan de donde vengan, y es un ejemplo inspirador de cómo todos podemos marcar la diferencia, trabajando, poco a poco, para crear un mundo mejor.
