Los dos movimientos telúricos muy fuertes con epicentro en Kahramanmaraş, en el sur de Turquía en la frontera noroccidental con Siria, ocurridos en la noche entre el 5 y el 6 de febrero arrasaron cientos de edificios, con un saldo provisorio de más de 20.000 heridos y 5.000 muertos. Una inmensa tragedia que vuelve a afectar a una zona ya muy desafortunada del planeta, una zona donde el 15 de marzo de 2011 estalló la guerra, que aún ve el enfrentamiento entre las fuerzas del gobierno de Bashar al-Assad contra una coalición de milicias armadas, definidas como rebeldes. Una guerra sangrienta que ha causado más de 306.000 víctimas, y 6,6 millones de refugiados en el exterior y 6,7 millones de desplazados internos en el país.
Un doloroso dejavù: las imágenes de Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, con edificios de ocho pisos completamente destruidos, techos y pisos derrumbados hasta el suelo, recuerdan una de las batallas más feroces de la guerra civil siria, librada allí mismo. Muchas casas que aún estaban en ruinas por los últimos bombardeos, hoy son solo polvo y escombros.
Inmediatamente los Hijos de Don Bosco de Alepo se movilizaron para dar asistencia a los primeros desplazados, a las familias refugiadas en la casa salesiana. Los misioneros están brindando asistencia con alimentos, mantas, ropa y abrigos. “Hemos recibido con gusto a todos aquellos que lo necesitan. Son ya más de 300 personas albergadas y ayudadas por los salesianos, los colaboradores y toda la Familia Salesiana de Alepo”, comunicó ayer 7 de febrero, el Delegado Inspectorial de la MOR para la Comunicación Social, padre Pier Jabloyan.
“Hay un gran sufrimiento porque la gente está asustada y teme nuevos sismos después del terremoto que ocurrió a las 4 de la mañana. La tierra tembló, tantas casas fueron destruidas y hubo muchas muertes. Además, el frío y la lluvia contribuyeron a que los desplazados se sintieran peor”, testimonia por su parte el padre Georges Fattal, director de la casa salesiana de Alepo, la cual providencialmente tuvo “sólo algunas ventanas rotas”.
Inmediatamente después de los temblores, muchas personas asustadas buscaron refugio en el oratorio salesiano. “Incluso antes de preparar comidas calientes, teníamos que calmarlos porque estas personas que habían sufrido la guerra y la pobreza, ahora deben enfrentar las consecuencias del terremoto -continuó el padre Fattal-. Les recordamos que cuando el Señor estaba en medio del mar embravecido, preguntó a sus discípulos: '¿Por qué tenéis miedo?'. Él está con nosotros y entre nosotros".
El Director de los Salesianos de Alepo concluyó instando a apoyar a la población siria a todo nivel: “Seguramente habrá necesidad de ayuda material para la reconstrucción porque este terremoto, tan violento como nunca antes lo habíamos visto, ha derrumbado tantos edificios. Pero ante todo, les pedimos que oren por nosotros".
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