Numerosas autoridades estuvieron presentes: dos delegaciones oficiales, de Alemania, país natal del Papa Emérito, encabezadas por el Presidente Federal, Frank-Walter Steinmeier; y la de Italia, su segunda patria, como siempre la ha definido, encabezada por su presidente, Sergio Mattarella. Y luego la participación, a título personal, como precisa la Oficina de Prensa de la Santa Sede, de muchos altos representantes de pueblos y naciones, entre otros, el Presidente de Polonia Andrzej Duda, la Reina Sofía de España, los Reyes de Bélgica Philip y Mathilde, el presidente portugués Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa y la presidenta húngara Katalin Novak.
La presencia de líderes religiosos también fue significativa: por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla estuvieron presentes el Metropolitano Emmanuel de Calcedonia y el Metropolitano Policarpo de Italia, mientras que por el Patriarcado Ortodoxo Griego de Alejandría estuvo el Metropolitano Gennadios de Botswana. En representación del Patriarcado de Moscú estuvo el Metropolitano Antonio de Volokolamsk, Presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores. También estuvieron presentes delegaciones de las comunidades evangélicas, la comunión anglicana, las iglesias luterana y metodista; así como una delegación de la comunidad judía de Roma. Además de Yassine Lafram, Presidente de la Unión de Comunidades y Organizaciones Islámicas de Italia; y Yahya Pallavicini, Vicepresidente de la Comunidad Religiosa Islámica Italiana.
Durante la Misa, las lecturas escogidas orientaron la celebración hacia la comprensión de la relación entre las criaturas y el Creador, de la finitud humana y la Divina Misericordia, así como de la esperanza que reside en la fe de la vida eterna.
En su homilía, el Papa Francisco eligió el término "dedicación" como palabra clave del pontificado y de la vida de Joseph Ratzinger. Dedicación al estudio, como teólogo que ha marcado la vida y el magisterio de la Iglesia durante décadas; dedicación al pueblo universal de Dios, en sus aproximadamente 8 años de pontificado; y dedicación a la oración, en la comunidad orante a la que se había dedicado en el Monasterio "Mater Ecclesiae" del Vaticano, durante sus casi 10 años como Papa Emérito. Una dedicación que de hecho el Papa Francisco explica como “servicio agradecido al Señor y a su pueblo que surge de haber aceptado un don totalmente gratuito”; "orante, que se forma y se afina en silencio entre las encrucijadas y contradicciones que debe afrontar el pastor (cf. 1 P 1,6-7) y la invitación confiada a cuidar el rebaño"; y, finalmente, "sostenidos por el consuelo del Espíritu, que le precede siempre en la misión".
Entre las cuatro citas de su predecesor presentes en la homilía del Papa Francisco, destaca la tomada de la homilía de la Misa de inauguración del Pontificado de Benedicto XVI el 24 de abril de 2005, donde Joseph Ratzinger recordó que "Pastorear significa amar, y amar significa también estar dispuesto a sufrir”. Un sufrimiento afrontado, aceptado y que Benedicto XVI ha ofrecido por el bien de la Iglesia.
Por eso, al final de su homilía, el Papa Francisco pudo afirmar con convicción: "¡Benedicto, amigo fiel del Esposo, que tu alegría sea perfecta al escuchar su voz definitivamente y para siempre!".
Al final de la Misa, el Pontífice presidió el rito de la Ultima Commendatio y Valedictio, con el que encomendaba definitivamente a su predecesor a la Divina Misericordia.
El ataúd con el cuerpo del Papa Emérito fue llevado luego ante el Papa Francisco, quien se detuvo allí en oración por unos momentos, y luego fue introducido por los cargadores papales en la Basílica del Vaticano, para luego ser puesto dentro de un segundo revestimiento en zinc y finalmente en un último contenedor de madera. El ataúd, también contiene las medallas del Pontificado, los palios y el "acta" -un texto escrito que describe brevemente su vida- finalmente fue enterrado en las llamadas Grutas del Vaticano.